A finales de los 70, Fleetwood Mac estaba recogiendo los frutos de su álbum ʻRumoursʼ. La discográfica pidió que su siguiente álbum fuera en la línea de su mayor éxito. Pero el escenario musical había cambiado: el punk y la ʻnew waveʼ querían enterrar a los ʻdinosauriosʼ: las bandas de ʻbluesʼ y el ʻsoft rockʼ americano. Como tal, Fleetwood Mac estuvo en el punto de mira por partida doble. Lejos de entenderlo como una amenaza, para el guitarrista de la banda, Lindsey Buckingham, había llegado la hora de experimentar un poco para hacer al combo trasatlántico una banda relevante en un mundo post punk. ʻTuskʼ fue el resultado de su experimentación, un LP doble que bebía del folk-rock. Pese a su esfuerzo, los Mac no consiguieron apartarse de la larga sombra del ʻRumoursʼ: Aunque el álbum vendió millones de copias, pasó desapercibido para crítica y público.

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