Graciela Cros: La cuna de Newton

10/01/2025 56 min
Graciela Cros: La cuna de Newton

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Síntesis del Episodio

Con la lectura y entrevista que gira alrededor del libro “La cuna de Newton” comenzamos a acercarnos a la obra de Graciela Cros en compañía de la gestora de nuestro Espacio Federal, Dafne Pidemunt, con la expectativa de acercarnos a su obra en futuros programas.

Para leer más sobre nuestra invitada:
https://moebiusenlaradio.blogspot.com/2025/01/graciela-cros-la-cuna-de-newton.html

Invitan: Lidia Rocha y Gerardo Curiá

Les pego aquí dos poemas:

Con el miedo en los talones*

Esta mañana crucé el parque del Teleférico
como lo hago a diario.

No había bandurrias ni caballos.
No había chicos ni perros.
Nadie.

El parque
era mío.

De pronto
un tero
chilló fuerte y rápido
y no dejó de hacerlo mientras alzaba vuelo
y se arrojaba sobre mí
en picada veloz
directo a mi cabeza.

Me agaché
y recordé la escena de Arizona Dream
en la que Vincent Gallo imita a Cary Grant
cuando es atacado por el avión fumigador.

La escena original es de Hitchcock
y Kusturica la recrea a modo de homenaje.

Me agaché
y me quedó picando en los oídos
el aletear feroz.

Vino al ataque seis o siete veces más.
Me cubrí la cabeza con los brazos,
me la tapé con la campera,
agarré una rama del suelo
y la usé como espada.

El tero estaba cada vez más furioso.

Como en Los Pájaros, otra de Hitchcock,
salí corriendo del campo expulsada por un ave.

Me quedé pensando en la naturaleza,
en su perturbación, en esos tincazos
de la fragilidad, el débil equilibrio.


* film de Alfred Hitchcock.

Al oeste del mar, en la llanura

Cuando nací
mi abuelo esperaba
un nieto, un varón.

Superada
apenas
la decepción
por el género
de la nueva criatura
quiso
que me llamaran
Francisca
como mi abuela, su mujer.

La negativa de mi madre
fue
terminante
y el nombre elegido por ella
quedó
como el mío.

Para demostrar
su fastidio
el abuelo
me llamaba
Glicina.

Decía que
por lo menos
era el nombre de una flor.

A pocos meses
de nacer yo
él estaba
muerto.

No pude escucharlo
llamarme Glicina
ese nombre de flor
volcado
sobre mí
por
su
disgusto.