Aquellos que no son propietarios, no son conscientes de lo delicado que es alquilar una vivienda. Suelen solo fijarse solo en lo fácil, es decir que a fin de mes el propietario cobra, pero no ven toda la pérdida de tiempo, dinero y esfuerzo que conlleva obtener los frutos de su inversión. De hecho, todo propietario debe tener cuidado con la elección de sus inquilinos, estar preparado para gestionar incidencias, ejecutar las obras de mantenimiento necesarias o ocuparse de los posibles impagos, entre otras cosas. Vamos, ¡alquilar un piso no es precisamente coser y cantar!

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