Viví la mayor parte de mi vida en la ciudad. A medida que fui creciendo sentí cada cierto tiempo que algo me incomodaba y no sabía que era. Resulta que era mi cuerpo pidiendo un descanso de toda la locura urbana. Y la única manera de que esa incomodidad se vaya era escapando al campo o la playa. En el camino, conocí a personas lindas que compartían la misma necesidad de retirarse de vez en cuando de la ciudad. Esto nos unió de una manera única. Una de esas personas es mi amiga, Cinthia Salmón. Cinthia tiene una vida muy organizada, con un trabajo demandante y una rutina semanal que le permite lograr todas las cosas que se propone. Pero en esa manera de organizarse, nos comparte que es clave para ella darse sus escapadas a jugar a las montañas, por ejemplo. En esta conversa, intentamos descifrar por qué nos hace tan bien darnos esas escapadas (así creamos que no hay tiempo para hacerlas). Más sobre Cinthia aquí.

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