Mantén tus respiraciones profundas y serenas.
Si puedes y quieres, haz una invocación hacia ti.
Invócate.
Trata de no tener confusión al llamarte.
Quizás quieras decir tu nombre
y no deberías.
Llama a tu Ser. Invoca a tu Ser.
Esa esencia impersonal.
No temas pronunciarte.
Cada Ser sabe, quién es su Ser.
Así que invócate, con respeto y amor.
Y lo más hermoso: tu Ser siempre responde.
Así que confía en eso,
en que te estás abriendo, estás queriendo
y estás pudiendo conectarte,
concebirte, desde lo que eres.
Si vas comprendiendo, sabrás que,
la respuesta es sutil, vivamente sutil.
Sin alardear, más bien es como una manifestación,
que te acerca a esta tu presencia, tu estado del Ser,
a esta tu quietud, a tu alcance de paz.
Y a este tu silencio, tu mejor pronunciamiento.
Estando ahí, mantente sin tensión ni sobresalto,
sin petición, sin reclamo, sin angustia ni lamento.
Mantente respirando.
Dirás, ¿con qué o con quién me conecto?
De hacerlo, ¿es realmente mi Ser?
Respira y deja que se exprese.
Dirás, ¿cómo entiendo,
cómo comprender esto que soy, esta expresión?
Respira, que incluso ya, ese respiro,
es una máxima, de su expresión.
Lo poco o mucho que sientes,
es su manera de expresarse.
Por eso, no le pidas nada.
Mantente ahí, que tu Ser sabe.
Sabe todo lo que tiene que saber.
Siente todo lo que tiene que sentir
y expresa todo lo que tiene que expresar.
¿Sabes por qué?
Por el manifiesto que es.
Así que respira en tu Ser manifestado,
desde tu Ser manifestado.
¿Dime si no es una divinidad?
Precísala.
No le des tantas vueltas,
ni permitas que tu pensamiento
se introduzca entre tu respiro,
tu aliento, tu confianza y tu verdad.
Está tu Ser, tan divino.
¿Sabes lo que es respirar eso, respirarte así?
¿Manifestarte así? ¿Conocerte así?
Cada respiro se da, imperceptiblemente.
Es un fluir, una constante,
en esta tu realidad, la que apenas ves.
Respira consciente, constatando cada respiro,
cada flujo, cada opción que te has permitido,
que te has dado y, que la vives.
Estás vivo, valientemente vivo.
Atreviéndote también.
Cada vez más consciente,
de todo cuanto vives, de todo lo que hay,
de todos cuantos existen y, de lo que Es.
¿Qué Es? ¿Qué hay?
¿Qué hubo? ¿Qué habrá?
Y siempre es tanto.
Siempre es tanto.
Respira profundo, cada vez más profundo,
hasta que estés aquí nuevamente.
Respira agradeciéndote
haber respondido y saber responder,
a tu propia invocación.
Ese saber respirar y saber de aquí, ahora,
presente en ti, sosteniendo lo que tu Ser es.
Respira y atiende lo que eres hoy
y lo que quieres ser.
Que tu respiración te gratifique.
Om Namaha Shivaya

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