Escuchar "#42 ¿Minimalista yo?"
Síntesis del Episodio
Soy Leo con Luna en Escorpio, no puedo ser minimalista. ¡Qué concepto más extraño! Si hasta el nombre salió de lo exagerado.
Llevo más de treinta años explicándole a mi madre que no puedo ser minimalista, no me sale. Desde hace diecisiete se lo explico en mi cabeza. No sé cuantos hace que empecé a tirar cosas. Desde la primera mudanza, y ya llevo como doce; cuatro de país. Por no simplificar no simplifico ni los números de veces que hago o digo una cosa. Y, aún así, es evidente que por allí por donde paso, brotan otras tantas. Un libro aquí, un pañuelo allá, más libros y carpetas acullá, papeles, cables y gafas de repuesto en otra parte, zapatos, vasos, ropa más allá. ¿De dónde sale tanta cosa? Soy como un regador de objetos que luego tendré que pasar recogiendo para que le hagan lugar a otros.
Todo lo ocupo. Necesito espacio. Para las cosas y para expresarme. No hablo cortito ni poco ni bajo, me río escandalosamente, te amo exageradamente desde el primer día. La confianza es otra cosa, lleva un tiempo. Pero te amo. Mucho.
Hago ruido, soy torpe, tengo las piernas largas y las estiro sobre lo que puedo y se deja.
¡Minimalista yo! Eso lo inventó algún Virgo obsesionado con el orden. ¡Anda que minimalista! Marie Kondo me odiaría.
No es que necesite cosas, si cada vez necesito menos de todo y de nada. Pero te juro que debo tener una especie de imán, porque las cosas se me pegan y tengo que ir deshaciéndome de ellas sobre cualquier superficie disponible.
Yo diría que soy barroca, en lo que siento y en cómo. Que se nota cuando paso, cuando estoy y, seguramente, será un alivio para algunos, cuando falto. Otros me aman así de cacharrera, directa, sin filtro, kamikaze y exagerá, como dicen los del sur.
Ahora ya lo sabes, no sirvo para acompañarte a la biblioteca, y eso que los libros son mi pasión; no puedo estar en un templo sin hacer retumbar la pata de un banco, o en un funeral sin reírme. Sí, lo siento, cuando me pongo nerviosa me río. La risa del ahorcado me dijo una vez la psicóloga. A lo mejor porque es lo que dan ganas de hacer conmigo muchas veces.
Ojo, no pienses que me critico. Solo me estoy asumiendo. Soy barroca y escandalosa y drama Queen. Tampoco vayas a pensar que no lo manejo. Es un personaje que me acompaña hace tanto, que ya aprendimos a respetarnos en ciertos ámbitos. Igual, algunas veces, se me escapa; como al Chavo del ocho con el profesor Girafales.
Pero, déjame decirte una cosa, así entre nosotros... Los sigilosos me generan cierta desconfianza. Da miedo no saber por dónde te va a llegar alguien. Los mudos de cuerpo, algo esconden. Te lo digo yo.
Gabriela Collado
Llevo más de treinta años explicándole a mi madre que no puedo ser minimalista, no me sale. Desde hace diecisiete se lo explico en mi cabeza. No sé cuantos hace que empecé a tirar cosas. Desde la primera mudanza, y ya llevo como doce; cuatro de país. Por no simplificar no simplifico ni los números de veces que hago o digo una cosa. Y, aún así, es evidente que por allí por donde paso, brotan otras tantas. Un libro aquí, un pañuelo allá, más libros y carpetas acullá, papeles, cables y gafas de repuesto en otra parte, zapatos, vasos, ropa más allá. ¿De dónde sale tanta cosa? Soy como un regador de objetos que luego tendré que pasar recogiendo para que le hagan lugar a otros.
Todo lo ocupo. Necesito espacio. Para las cosas y para expresarme. No hablo cortito ni poco ni bajo, me río escandalosamente, te amo exageradamente desde el primer día. La confianza es otra cosa, lleva un tiempo. Pero te amo. Mucho.
Hago ruido, soy torpe, tengo las piernas largas y las estiro sobre lo que puedo y se deja.
¡Minimalista yo! Eso lo inventó algún Virgo obsesionado con el orden. ¡Anda que minimalista! Marie Kondo me odiaría.
No es que necesite cosas, si cada vez necesito menos de todo y de nada. Pero te juro que debo tener una especie de imán, porque las cosas se me pegan y tengo que ir deshaciéndome de ellas sobre cualquier superficie disponible.
Yo diría que soy barroca, en lo que siento y en cómo. Que se nota cuando paso, cuando estoy y, seguramente, será un alivio para algunos, cuando falto. Otros me aman así de cacharrera, directa, sin filtro, kamikaze y exagerá, como dicen los del sur.
Ahora ya lo sabes, no sirvo para acompañarte a la biblioteca, y eso que los libros son mi pasión; no puedo estar en un templo sin hacer retumbar la pata de un banco, o en un funeral sin reírme. Sí, lo siento, cuando me pongo nerviosa me río. La risa del ahorcado me dijo una vez la psicóloga. A lo mejor porque es lo que dan ganas de hacer conmigo muchas veces.
Ojo, no pienses que me critico. Solo me estoy asumiendo. Soy barroca y escandalosa y drama Queen. Tampoco vayas a pensar que no lo manejo. Es un personaje que me acompaña hace tanto, que ya aprendimos a respetarnos en ciertos ámbitos. Igual, algunas veces, se me escapa; como al Chavo del ocho con el profesor Girafales.
Pero, déjame decirte una cosa, así entre nosotros... Los sigilosos me generan cierta desconfianza. Da miedo no saber por dónde te va a llegar alguien. Los mudos de cuerpo, algo esconden. Te lo digo yo.
Gabriela Collado
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