Escuchar "Lección 75. La luz ha llegado"
Síntesis del Episodio
“La luz ha llegado”
Instrucciones para la práctica
Propósito: Dejar a un lado tus percepciones sin perdón del mundo y contemplarlo con la visión.
Hoy es un día de celebración especial, pues será un nuevo comienzo: “el comienzo de tu visión y del panorama que ofrece el mundo real” (11:2).
Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos.
Dite a ti mismo, como si estuvieras anunciándote “las buenas nuevas de tu liberación” (5:3): “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”.
El resto de la sesión de práctica es un ejercicio de intentar ver el mundo que la visión te muestra. Empieza retirando conscientemente todo el significado que le has dado al mundo. Imagínate que tu mente está “libre de todas las ideas del pasado y de todo concepto que hayas inventado” (6:2). Imagínate que “todavía no sabes qué aspecto tiene (el mundo) (6:5). Este acto de limpiar los significados que has escrito sobre el mundo es también un acto de perdonar al mundo, y esto es lo que te concede la visión.
Luego espera, con los ojos abiertos, para que te llegue la visión. Mientras lo haces, con paciencia y lentamente repite de vez en cuando: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. La actitud principal a tener mientras esperas es de confianza, de que
experimentarás la visión porque “tu perdón te da derecho a la visión” (7:1), y porque el Espíritu Santo está ahí contigo y no fallará en darte el regalo de la visión. Mientras esperas dite estas cosas a ti mismo y al Espíritu Santo, y de ese modo date a ti mismo la confianza que necesitas. Y cuando se debilite tu confianza, repite de nuevo las líneas con las que empezaste, y luego continúa esperando que te llegue la visión.
Recordatorios frecuentes: Cada quince minutos.
Lleno de alegría recuérdate a ti mismo que hoy es un tiempo de celebración diciendo: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. Dilo con una sensación de agradecimiento a Dios. Dilo como la celebración por la sanación de tu vista. Dilo lleno de la confianza de “que este día será
un nuevo comienzo” (9:5).
Respuesta a la tentación: Siempre que te sientas tentado a disgustarte con alguien.
No dejes que esta persona te arrastre a la obscuridad. En su lugar dile: “La luz ha llegado. Te he perdonado”.
Comentario
En esta lección, como en otras, el Curso habla de mí como si yo hubiese aceptado su mensaje y hubiese perdonado al mundo, como si este mismo día yo estuviese preparado para ver el mundo real, como si hubiese alcanzado su meta de paz. Quizá hoy no me siento merecedor de esa
confianza. Sin embargo, si lo que hemos estado leyendo los dos últimos días es verdad, cualquier idea que yo tenga de que mi voluntad es diferente de la de Dios es sólo una ilusión.
Mi verdadero Ser, del que yo soy consciente en mi mente recta, es exactamente tal como esta lección lo describe. Esta lección es la verdad acerca de mí mismo, lo haya reconocido o no.
Si siento que soy hipócrita al practicar esta lección tal como se indica, no importa. Si aparecen dudas acerca de mí cuando digo: “He perdonado al mundo” (5:5; 6:9; 10:3), dejo que las dudas se queden ahí, no les doy el poder de molestarme. Simplemente estoy afirmando la verdad acerca de mí mismo. Hoy estoy en paz y llevo la paz conmigo dondequiera que yo voy (1:5). “La luz ha venido”. Me permito a mí mismo creerlo, dejo que entre este conocimiento en mi mente.
Sea cual sea mi experiencia hoy, esta lección es verdad. No puedo oponerme a lo que está dentro de mí, no puedo ser algo distinto a lo que Dios me creó. “El desenlace final es tan inevitable como Dios” (T.2.III.3:10). “Nuestro único propósito hace que la consecución de nuestro objetivo sea inevitable” (4:3). Veré el mundo real, veré el reflejo del Cielo por todas
partes.
¿Siento que me falta seguridad de las palabras de la lección de hoy? Por eso precisamente necesito repetirlas. Quizá si estoy dispuesto a decirlas, a afirmar que esto es lo que quiero ser, el Espíritu Santo añadirá Su poder a mis palabras y las haga verdad para mí. Quizá incluso hoy. “La luz ha venido”. Está aquí, ahora mismo, junto a mí, disponible para mí.
“El espíritu Santo estará contigo mientras observas y esperas. Él te mostrará lo que la verdadera
visión ve. Ésa es Su Voluntad y tú te has unido a Él. Espéralo pacientemente. Él estará allí”
(7:5-9). Así que espero. Espero “con paciencia” y no con ansiedad. Puede que lleve tiempo mostrarse, pero espero con paciencia, con confianza, sabiendo que Su promesa no puede fallar.
La visión que busco vendrá a mí. “Él estará allí”.
Se nos dice “Dile que sabes que no puedes fracasar en tu empeño porque confías en Él” (8:1).
Así que lo digo, rezo:”Espíritu Santo, sé que no puedo fracasar porque confío en Ti”. Afirmo mi confianza en mi Ser, afirmo la verdad acerca de mí, y dejo a un lado las mentiras que he creído.
Puedo tener confianza en que este día es un nuevo comienzo para mí. Algo ha cambiado dentro de mí, y sé que quiero la paz y la luz de las que habla esta lección. Sé que puesto que las quiero, debido a lo que soy, y debido a que estoy unido al poder del Espíritu Santo en quererlo y de acuerdo a la Voluntad de Dios, no puedo fracasar.
El día de hoy está dedicado a la serenidad (11:1). Hoy está dedicado a la celebración del comienzo de mi visión. Me acepto mí mismo tal como Dios me creó. “La luz ha llegado”. ???? Allen Watson
Instrucciones para la práctica
Propósito: Dejar a un lado tus percepciones sin perdón del mundo y contemplarlo con la visión.
Hoy es un día de celebración especial, pues será un nuevo comienzo: “el comienzo de tu visión y del panorama que ofrece el mundo real” (11:2).
Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos.
Dite a ti mismo, como si estuvieras anunciándote “las buenas nuevas de tu liberación” (5:3): “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”.
El resto de la sesión de práctica es un ejercicio de intentar ver el mundo que la visión te muestra. Empieza retirando conscientemente todo el significado que le has dado al mundo. Imagínate que tu mente está “libre de todas las ideas del pasado y de todo concepto que hayas inventado” (6:2). Imagínate que “todavía no sabes qué aspecto tiene (el mundo) (6:5). Este acto de limpiar los significados que has escrito sobre el mundo es también un acto de perdonar al mundo, y esto es lo que te concede la visión.
Luego espera, con los ojos abiertos, para que te llegue la visión. Mientras lo haces, con paciencia y lentamente repite de vez en cuando: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. La actitud principal a tener mientras esperas es de confianza, de que
experimentarás la visión porque “tu perdón te da derecho a la visión” (7:1), y porque el Espíritu Santo está ahí contigo y no fallará en darte el regalo de la visión. Mientras esperas dite estas cosas a ti mismo y al Espíritu Santo, y de ese modo date a ti mismo la confianza que necesitas. Y cuando se debilite tu confianza, repite de nuevo las líneas con las que empezaste, y luego continúa esperando que te llegue la visión.
Recordatorios frecuentes: Cada quince minutos.
Lleno de alegría recuérdate a ti mismo que hoy es un tiempo de celebración diciendo: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. Dilo con una sensación de agradecimiento a Dios. Dilo como la celebración por la sanación de tu vista. Dilo lleno de la confianza de “que este día será
un nuevo comienzo” (9:5).
Respuesta a la tentación: Siempre que te sientas tentado a disgustarte con alguien.
No dejes que esta persona te arrastre a la obscuridad. En su lugar dile: “La luz ha llegado. Te he perdonado”.
Comentario
En esta lección, como en otras, el Curso habla de mí como si yo hubiese aceptado su mensaje y hubiese perdonado al mundo, como si este mismo día yo estuviese preparado para ver el mundo real, como si hubiese alcanzado su meta de paz. Quizá hoy no me siento merecedor de esa
confianza. Sin embargo, si lo que hemos estado leyendo los dos últimos días es verdad, cualquier idea que yo tenga de que mi voluntad es diferente de la de Dios es sólo una ilusión.
Mi verdadero Ser, del que yo soy consciente en mi mente recta, es exactamente tal como esta lección lo describe. Esta lección es la verdad acerca de mí mismo, lo haya reconocido o no.
Si siento que soy hipócrita al practicar esta lección tal como se indica, no importa. Si aparecen dudas acerca de mí cuando digo: “He perdonado al mundo” (5:5; 6:9; 10:3), dejo que las dudas se queden ahí, no les doy el poder de molestarme. Simplemente estoy afirmando la verdad acerca de mí mismo. Hoy estoy en paz y llevo la paz conmigo dondequiera que yo voy (1:5). “La luz ha venido”. Me permito a mí mismo creerlo, dejo que entre este conocimiento en mi mente.
Sea cual sea mi experiencia hoy, esta lección es verdad. No puedo oponerme a lo que está dentro de mí, no puedo ser algo distinto a lo que Dios me creó. “El desenlace final es tan inevitable como Dios” (T.2.III.3:10). “Nuestro único propósito hace que la consecución de nuestro objetivo sea inevitable” (4:3). Veré el mundo real, veré el reflejo del Cielo por todas
partes.
¿Siento que me falta seguridad de las palabras de la lección de hoy? Por eso precisamente necesito repetirlas. Quizá si estoy dispuesto a decirlas, a afirmar que esto es lo que quiero ser, el Espíritu Santo añadirá Su poder a mis palabras y las haga verdad para mí. Quizá incluso hoy. “La luz ha venido”. Está aquí, ahora mismo, junto a mí, disponible para mí.
“El espíritu Santo estará contigo mientras observas y esperas. Él te mostrará lo que la verdadera
visión ve. Ésa es Su Voluntad y tú te has unido a Él. Espéralo pacientemente. Él estará allí”
(7:5-9). Así que espero. Espero “con paciencia” y no con ansiedad. Puede que lleve tiempo mostrarse, pero espero con paciencia, con confianza, sabiendo que Su promesa no puede fallar.
La visión que busco vendrá a mí. “Él estará allí”.
Se nos dice “Dile que sabes que no puedes fracasar en tu empeño porque confías en Él” (8:1).
Así que lo digo, rezo:”Espíritu Santo, sé que no puedo fracasar porque confío en Ti”. Afirmo mi confianza en mi Ser, afirmo la verdad acerca de mí, y dejo a un lado las mentiras que he creído.
Puedo tener confianza en que este día es un nuevo comienzo para mí. Algo ha cambiado dentro de mí, y sé que quiero la paz y la luz de las que habla esta lección. Sé que puesto que las quiero, debido a lo que soy, y debido a que estoy unido al poder del Espíritu Santo en quererlo y de acuerdo a la Voluntad de Dios, no puedo fracasar.
El día de hoy está dedicado a la serenidad (11:1). Hoy está dedicado a la celebración del comienzo de mi visión. Me acepto mí mismo tal como Dios me creó. “La luz ha llegado”. ???? Allen Watson
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