Lección 35. Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo

20/08/2017 23 min
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Síntesis del Episodio

“Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo”

Instrucciones para la práctica

Propósito: Mostrarte quién eres. Te ves a ti mismo según el lugar que ocupas en tu entorno.
Puesto que crees que eres parte del mundo físico, ves tu identidad determinada por la parte que juegas en él, por cómo te comportas en las situaciones del mundo. Sin embargo, tu verdadero entorno no está en este mundo, está en la mente de Dios. Tu lugar ahí es lo que determina tu
verdadera Identidad. Si de verdad creyeras que eres parte de ese entorno, de inmediato entenderías que eres santo.

Ejercicios más largos: 3 veces, duración de cinco minutos.
Repite la idea, luego cierra los ojos. Busca en tu mente las palabras con las que te describes a ti mismo, positivas o negativas (no hagas distinciones). Búscalas encontrando situaciones
concretas que te ocurren e identificando la palabra que piensas que te describe en esa situación.
Di: “Me veo a mi mismo como (un fracaso, impotente, caritativo, etc.)”. Después de cada una, añade: “Pero mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo”. Si después de un rato no se te
ocurre ninguna palabra, no te esfuerces en rebuscar más. Relájate y repite la idea hasta que se te ocurra otra palabra. Para las instrucciones completas, ver los párrafos 4-8.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible.
Esta práctica puede tener una de estas dos formas:
1. Date cuenta de los atributos que te estás aplicando a ti mismo en la situación actual y utilízalos en la fórmula que has utilizado en los ejercicios más largos (“Me veo a mí
mismo como... Pero mi mente es...”).
2. Si no se te ocurre ningún atributo, simplemente repite la idea lentamente con los ojos cerrados.

Comentario

El Texto nos dice “no entiendes cuán elevada es la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti” (T.9.VII.4:2). La siguiente sección del mismo capítulo dice: “Tú no estableciste tu valía, y ésta no necesita defensa. Nada puede atacarla ni prevalecer contra ella. No varía. Simplemente es. Pregúntale al Espíritu Santo cuál es tu valía y Él te lo dirá, pero no tengas miedo de Su respuesta, pues procede de Dios. Es una respuesta exaltada por razón de su Origen, y como el Origen es verdad, la respuesta lo es también. Escucha y no pongas en duda
lo que oigas, pues Dios nunca engaña. Él quiere que reemplaces la creencia del ego en la pequeñez por Su Propia Respuesta exaltada a lo que tú eres, de modo que puedas dejar de ponerla en duda y la conozcas tal como es”. (T.9.VIII.11:2-9).


Como la lección señala, normalmente no pensamos en nosotros como “elevado” o “exaltados”.
Sin embargo, fíjate en que el Curso dice que esto es verdad no por algo que hayamos hecho sino por causa de nuestra Fuente (3:2). Lo que hace que seamos lo que en verdad somos se debe a Dios, no a nosotros. Por eso el Curso da tanta importancia a la idea “Soy tal como Dios me creó”. Nuestra pobre opinión sobre nosotros mismos procede de nuestros intentos de crearnos a nosotros mismos; nuestra verdadera grandeza procede del hecho de que somos creaciones de
Dios. Nuestro rechazo a reconocer esta conexión con nuestra Fuente es lo que nos mantiene encerrados en nuestra pequeñez. Nos negamos a reconocer a Dios como nuestra Fuente porque a nuestro ego le parece que nos quita importancia y nos hace dependientes. No nos hace
dependientes, dependemos de Dios. Eso no es una vergüenza, ésa es nuestra gloria. Es lo que establece nuestra grandeza.

Nos cuesta creer que “Soy muy santo”. Nuestro rechazo a creer este hecho es la razón por la que estamos en este mundo, en este medio ambiente en el que creemos desear. Lo deseamos porque apoya la imagen de que somos seres separados, independientes de Dios.

Cuando miramos al mundo, y nos miramos a nosotros viviendo en el mundo, las cosas que vemos no apoyan la idea de esta lección. Pero los ojos, los oídos, el olfato y el tacto, que
usamos para recoger información, son ellos mismos parte del mismo mundo que están examinando. Existen dentro de las limitaciones de la imagen del mundo, que hemos diseñado
intencionadamente para ocultarnos a nosotros mismos nuestra unión con Dios. Por supuesto que no nos traen ninguna evidencia que contradiga la imagen que el ego tiene de nosotros. Los hicimos para que funcionasen de ese modo.

El Curso da mucha importancia a que miremos a nuestra obscuridad y a que nos enfrentemos a nuestros miedos. El Curso dice que cuanto más miremos al miedo, menos lo veremos. Sólo con
llevar la obscuridad a la luz, desaparece la obscuridad. Mirar de frente al ego e incluso investigar nuestro odio en toda su extensión, es importantísimo para nuestro crecimiento. Esta lección refleja el otro aspecto, que se abandona a veces cuando le damos excesiva importancia a mirar al ego. El otro aspecto es recordarnos firmemente a nosotros mismos de la verdad de nuestra realidad exaltada: “Mi mente es parte de la de Dios. Soy muy santo”. En el Texto se nos dice: Siempre que pongas en duda tu valor, di: Dios Mismo está incompleto sin mí.
Recuerda esto cuando el ego te hable, y no le oirás. (T.9.VII.8:1-3)

Recordarnos a nosotros mismos la verdad es otra técnica muy poderosa que el Curso recomienda para transcender nuestro ego.

La lista de cualidades y términos a usar para describirnos a nosotros mismos es sólo un ejemplo.
Al practicar hoy la lección, intenta hacerte consciente de lo que piensas de ti mismo, y cómo todos esos pensamientos (buenos y malos) son distintos de la afirmación de la lección sobre ti.
Podría añadir a la lista algunos de mis propios términos: olvidadizo, desorganizado, inteligente, listo, rezagado, habilidoso en lo que hago. ¿Qué términos se te ocurren a ti?

Te habrás dado cuenta de que ahora las lecciones piden tres periodos más largos de práctica, de cinco minutos cada uno. Estamos entrando en una práctica más fuerte. Si no hemos meditado antes, puede resultarnos difícil hacer estos ejercicios sentados durante cinco minutos con los
ojos cerrados. De todos modos, te animo a que los hagas. Cualquier cosa nueva es difícil al principio, pero con la práctica se vuelve más fácil; para eso es la práctica.