Escuchar "Lunes de la Decimo Octava Semana del Tiempo Ordinario, Año Impar. Lecturas Biblicas"
Síntesis del Episodio
• Nm 11, 4b-15: Yo solo no puedo cargar con este pueblo
• Sal 80. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
• Mt 14, 13-21: Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
La multiplicación de los panes y peces. Se ha querido ver en este hecho a Cristo como un nuevo Moisés, capaz de saciar al pueblo con alimento de vida y conducirlo a los pastos definitivos. Toda la narración de la multiplicación de los panes y de los peces está concebida de tal manera que aparece realmente Cristo, no como Moisés, sino como superior a él, ofreciendo un alimento de más valor que el antiguo maná, liberando al pueblo del legalismo en que había caído la ley de Moisés, triunfando sobre las aguas del mar y abriendo acceso a la verdadera Tierra Prometida, no solamente a los miembros del pueblo elegido, sino también a los mismos paganos. San Juan Crisóstomo comenta este milagro:
" Por el lugar en que se hallaban, por el hecho de no darles de comer sino pan y peces, y dársele a todos en igual medida y en común y que a nadie se le procurara mayor porción que a otro, el Señor daba a las muchedumbres lecciones varias de humildad, de templanza, de caridad, de aquella igualdad que había de imperar entre todos y de la comunidad de bienes en que habían de vivir... Él les dio partidos los cinco panes y éstos se multiplicaban en manos de los discípulos. Y no acaba aquí el prodigio, sino que el Señor hace que sobren, y que sobren no sólo panes sino también fragmentos. Estos mostraban que eran restos de aquellos panes, y los ausentes podían fácilmente comprobar el milagro.
" Podía muy bien el Señor haber hecho que las gentes no sintieran hambre, pero sus discípulos no se hubieran dado cuenta de su poder, pues eso mismo había sucedido con Elías (3 Re 17, 9-16). El hecho fue que los judíos quedaron tan maravillados de este milagro, que intentaron proclamarlo rey, cosa que no hicieron en ningún otro prodigio del Señor. ¡Qué palabra, pues, pudiera explicar cómo se multiplicaban aquellos cinco panes, cómo corrían como un río por el desierto, cómo fueron bastantes para tan ingente muchedumbre? Eran, en efecto, cinco mil hombres sin contar las mujeres ni los niños. Máxima alabanza de aquel pueblo, pues seguían al Señor a par de hombres y mujeres, ¿Cómo se formaron los fragmentos? Porque éste es otro milagro no menor que el primero. Y hubo tantos que se llenaron doce canastos, en número igual, ni más ni menos al de los apóstoles. Tomando, pues, los fragmentos, los dio el Señor no a las muchedumbres, sino a los apóstoles, pues las gentes eran aún más imperfectas que los apóstoles " (Homilía 49, 3 sobre San Mateo).
• Sal 80. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
• Mt 14, 13-21: Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
La multiplicación de los panes y peces. Se ha querido ver en este hecho a Cristo como un nuevo Moisés, capaz de saciar al pueblo con alimento de vida y conducirlo a los pastos definitivos. Toda la narración de la multiplicación de los panes y de los peces está concebida de tal manera que aparece realmente Cristo, no como Moisés, sino como superior a él, ofreciendo un alimento de más valor que el antiguo maná, liberando al pueblo del legalismo en que había caído la ley de Moisés, triunfando sobre las aguas del mar y abriendo acceso a la verdadera Tierra Prometida, no solamente a los miembros del pueblo elegido, sino también a los mismos paganos. San Juan Crisóstomo comenta este milagro:
" Por el lugar en que se hallaban, por el hecho de no darles de comer sino pan y peces, y dársele a todos en igual medida y en común y que a nadie se le procurara mayor porción que a otro, el Señor daba a las muchedumbres lecciones varias de humildad, de templanza, de caridad, de aquella igualdad que había de imperar entre todos y de la comunidad de bienes en que habían de vivir... Él les dio partidos los cinco panes y éstos se multiplicaban en manos de los discípulos. Y no acaba aquí el prodigio, sino que el Señor hace que sobren, y que sobren no sólo panes sino también fragmentos. Estos mostraban que eran restos de aquellos panes, y los ausentes podían fácilmente comprobar el milagro.
" Podía muy bien el Señor haber hecho que las gentes no sintieran hambre, pero sus discípulos no se hubieran dado cuenta de su poder, pues eso mismo había sucedido con Elías (3 Re 17, 9-16). El hecho fue que los judíos quedaron tan maravillados de este milagro, que intentaron proclamarlo rey, cosa que no hicieron en ningún otro prodigio del Señor. ¡Qué palabra, pues, pudiera explicar cómo se multiplicaban aquellos cinco panes, cómo corrían como un río por el desierto, cómo fueron bastantes para tan ingente muchedumbre? Eran, en efecto, cinco mil hombres sin contar las mujeres ni los niños. Máxima alabanza de aquel pueblo, pues seguían al Señor a par de hombres y mujeres, ¿Cómo se formaron los fragmentos? Porque éste es otro milagro no menor que el primero. Y hubo tantos que se llenaron doce canastos, en número igual, ni más ni menos al de los apóstoles. Tomando, pues, los fragmentos, los dio el Señor no a las muchedumbres, sino a los apóstoles, pues las gentes eran aún más imperfectas que los apóstoles " (Homilía 49, 3 sobre San Mateo).
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