Escuchar "Lección 78 de Un Curso sobre Milagros"
Síntesis del Episodio
L E C C I Ó N 78
L78 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
L78.1 1 Tal vez aún no tengas completamente claro que en cada decisión que tomas estás escogiendo entre un resentimiento y un milagro. 2 Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que quiere
ocultar. 3 Y al alzar este escudo de odio ante tus ojos, no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. 4 No obstante, éste sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él te fijas en tus resentimientos.
L78.2 5 Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para fijarnos en el milagro en lugar de ellos. 6 Revertiremos tu manera de ver al no dejar que tu vista se detenga antes de que vea. 7 No esperaremos detrás del escudo de odio, sino que lo deponemos y, en silencio, alzamos tranquilamente los ojos para mirar al Hijo de Dios.
L78.3 8 Él te espera tras todos tus resentimientos y, a medida que los dejas de lado, aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. 9 Pues cada resentimiento constituye un obstáculo que no deja ver pero, a medida que se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde siempre ha estado. 10 Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. 11 Cada resentimiento hacía aún más profunda la oscuridad, y no podías ver.
L78.4 12 Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. 13 No nos haremos los ciegos para no verlo: no vamos a traer a la mente nuestros resentimientos contra él. 14 Así es como se revierte la manera de ver del mundo, dirigiendo nuestra mirada hacia la Verdad y apartándonos del miedo.
L78.5 15 Seleccionaremos a una persona que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, la miraremos. 16 Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hace enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que le asignaste.
L78.6 17 Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. 18 Es a él a quien pedimos que nos muestre al Hijo de Dios. 19 Al mirarlo más allá de los resentimientos que tienes contra él, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todos y se puede ver. 20 Él
—a quien tenías por enemigo— ahora que está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le asignó, es más que tu amigo. 21 Permítele hoy ser el que te salva. 22 Tal es su función en el plan de Dios, Tu Padre.
L78.7 23 En nuestras prácticas más largas de hoy, lo veremos asumiendo ese papel. 24 Pero primero intenta mantener en tu mente su imagen tal como ahora lo ves. 25 Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes
y pequeños que te ha ocasionado. 26 Observa las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus "pecados".
L78.8 27 Luego, pidamos a Aquél que conoce a este Hijo de Dios en Su Realidad y Verdad, que podamos verlo de manera diferente, y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdonar que nos ha sido dado. 28 Se Lo pedimos —en el santo Nombre de Dios y en el de Su
Hijo, Que es tan santo como Él mismo— así:
L78.9 29 Quiero ver a mi salvador en éste a quien Tú designaste como al que debo pedir que me guíe a la santa luz en la que él realmente se encuentra, de modo que pueda unirme a él.
L78.10 30 Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en el que te agravió, permite que le sea mostrada a tu mente la luz que brilla en él, más allá de tus resentimientos. 31 Lo que has pedido no se te puede negar. 32 Tu salvador lleva mucho tiempo esperando esto. 33 Él quiere ser libre y hacer
que su libertad sea también la tuya. 34 El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. 35 Y lo que ves por medio de Él los liberará a ambos.
L78.11 36 Aquiétate ahora todo lo que puedas, y mira a tu radiante salvador. 37 Ningún oscuro resentimiento nubla la visión que tienes de él. 38 Has permitido al Espíritu Santo expresar por medio de ese hermano el papel que Dios Le asignó para que te pudieses salvar. 39 Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes, para ver en su lugar el milagro de Amor que el Espíritu Santo te muestra. 40 Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues todos y cada uno de los Pensamientos
de Dios se regocijan por tu salvación y por la del mundo entero
junto a ti.
L78.12 41 Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte integrante del plan de Dios para la salvación, y no del nuestro. 42 La tentación desaparece cuando permitimos a cada uno
que se cruza en nuestro camino ser nuestro salvador, rehusándonos a ocultar Su luz tras la pantalla de nuestros resentimientos. 43 A cada uno que te encuentres, a cada uno de los que pienses en ellos, o los recuerdes del pasado,
otórgale el papel de salvador, de manera de poder compartirlo con él. 44 Por ti y por él, así como por todos los que no ven, oremos:
L78.13 45 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
L78 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
L78.1 1 Tal vez aún no tengas completamente claro que en cada decisión que tomas estás escogiendo entre un resentimiento y un milagro. 2 Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que quiere
ocultar. 3 Y al alzar este escudo de odio ante tus ojos, no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. 4 No obstante, éste sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él te fijas en tus resentimientos.
L78.2 5 Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para fijarnos en el milagro en lugar de ellos. 6 Revertiremos tu manera de ver al no dejar que tu vista se detenga antes de que vea. 7 No esperaremos detrás del escudo de odio, sino que lo deponemos y, en silencio, alzamos tranquilamente los ojos para mirar al Hijo de Dios.
L78.3 8 Él te espera tras todos tus resentimientos y, a medida que los dejas de lado, aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. 9 Pues cada resentimiento constituye un obstáculo que no deja ver pero, a medida que se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde siempre ha estado. 10 Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. 11 Cada resentimiento hacía aún más profunda la oscuridad, y no podías ver.
L78.4 12 Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. 13 No nos haremos los ciegos para no verlo: no vamos a traer a la mente nuestros resentimientos contra él. 14 Así es como se revierte la manera de ver del mundo, dirigiendo nuestra mirada hacia la Verdad y apartándonos del miedo.
L78.5 15 Seleccionaremos a una persona que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, la miraremos. 16 Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hace enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que le asignaste.
L78.6 17 Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. 18 Es a él a quien pedimos que nos muestre al Hijo de Dios. 19 Al mirarlo más allá de los resentimientos que tienes contra él, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías, se encuentra en todos y se puede ver. 20 Él
—a quien tenías por enemigo— ahora que está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le asignó, es más que tu amigo. 21 Permítele hoy ser el que te salva. 22 Tal es su función en el plan de Dios, Tu Padre.
L78.7 23 En nuestras prácticas más largas de hoy, lo veremos asumiendo ese papel. 24 Pero primero intenta mantener en tu mente su imagen tal como ahora lo ves. 25 Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes
y pequeños que te ha ocasionado. 26 Observa las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus "pecados".
L78.8 27 Luego, pidamos a Aquél que conoce a este Hijo de Dios en Su Realidad y Verdad, que podamos verlo de manera diferente, y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdonar que nos ha sido dado. 28 Se Lo pedimos —en el santo Nombre de Dios y en el de Su
Hijo, Que es tan santo como Él mismo— así:
L78.9 29 Quiero ver a mi salvador en éste a quien Tú designaste como al que debo pedir que me guíe a la santa luz en la que él realmente se encuentra, de modo que pueda unirme a él.
L78.10 30 Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en el que te agravió, permite que le sea mostrada a tu mente la luz que brilla en él, más allá de tus resentimientos. 31 Lo que has pedido no se te puede negar. 32 Tu salvador lleva mucho tiempo esperando esto. 33 Él quiere ser libre y hacer
que su libertad sea también la tuya. 34 El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. 35 Y lo que ves por medio de Él los liberará a ambos.
L78.11 36 Aquiétate ahora todo lo que puedas, y mira a tu radiante salvador. 37 Ningún oscuro resentimiento nubla la visión que tienes de él. 38 Has permitido al Espíritu Santo expresar por medio de ese hermano el papel que Dios Le asignó para que te pudieses salvar. 39 Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes, para ver en su lugar el milagro de Amor que el Espíritu Santo te muestra. 40 Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues todos y cada uno de los Pensamientos
de Dios se regocijan por tu salvación y por la del mundo entero
junto a ti.
L78.12 41 Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte integrante del plan de Dios para la salvación, y no del nuestro. 42 La tentación desaparece cuando permitimos a cada uno
que se cruza en nuestro camino ser nuestro salvador, rehusándonos a ocultar Su luz tras la pantalla de nuestros resentimientos. 43 A cada uno que te encuentres, a cada uno de los que pienses en ellos, o los recuerdes del pasado,
otórgale el papel de salvador, de manera de poder compartirlo con él. 44 Por ti y por él, así como por todos los que no ven, oremos:
L78.13 45 ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
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