Escuchar "Lección 136 de Un Curso sobre Milagros"
Síntesis del Episodio
L E C C I Ó N 136
L136 La enfermedad constituye una defensa contra la Verdad614.
L136.1 1 Nadie puede curarse a menos que comprenda cuál es el propósito al que aparentemente sirve la enfermedad. 2 Pues entonces comprenderá también que este propósito no tiene significado. 3 Al no tener causa ni intención significativa de ninguna clase, la enfermedad realmente no puede existir. 4 Una vez que se reconoce esto, la curación es automática: 5 Disipa esta ilusión sin sentido valiéndose del mismo enfoque que las lleva a todas ante la Verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.
L136.2 6 La enfermedad no es un accidente. 7 Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de autoengaño. 8 Y, al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la Realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla o reducirla a un insignificante montón de partes sin ensamblar. 9 El objetivo de toda defensa es impedir que la Verdad se complete; 10 que las partes se vean como si cada una fuese completa en sí misma.
L136.3 11 Las defensas no son involuntarias, ni tampoco se erigen sin concienciarlo. 12 Son como varitas mágicas y secretas que agitas cuando la Verdad parece amenazar lo que quieres creer. 13 Parecen estar en tu subconsciente, pero eso es por la rapidez con que decides utilizarlas. 14 En ese segundo, o aún menos, en que se toma la decisión, te das cuenta exactamente de lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.
L136.4 15 ¿Quién sino tú evalúa que existe una amenaza, decide que es necesario escapar de ella, y erige una serie de defensas para contrarrestar la amenaza que ha juzgado que es real? 16 Todo esto no se puede hacer subconscientemente. 17 Pero, una vez hecho, tu plan requiere que olvides que fuiste tú quien lo hiciste, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención: es decir, un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un acontecer que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo causaste.
L136.5 18 Es esta rapidez con que olvidas el papel que desempeñas en la hechura de tu "realidad" lo que hace que las defensas parezcan no estar bajo tu control. 19 Pero lo que has olvidado puede recordarse, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente defendida por el olvido. 20 Que no recuerdes no es sino la señal de que esta decisión todavía permanece en vigor en lo que se refiere a tus deseos.
L136.6 21 No confundas esto con un hecho. 22 Las defensas tienen necesariamente que hacer que los hechos sean irreconocibles. 23 Ése es su propósito, y eso es lo que hacen. 24 Cada defensa toma fragmentos del todo, los ensambla sin tener en cuenta todas sus verdaderas relaciones617 y, de esta manera, construye ilusiones de un todo que no existe. 25 Este proceso es el que impone la amenaza y no el posible resultado de un evento cualquiera.
L136.7 26 Cuando se arrancan partes del todo y se consideran separadas unas de otras y completas en sí mismas, éstas se convierten en símbolos prestos para atacar el todo, exitosas en sus efectos, sin ser nunca vistas otra vez como el todo. 27 Y, sin embargo, has olvidado que no representa otra cosa que, tu propia decisión, de lo que debería ser real, para ocupar el lugar de lo que sí lo es.
L136.8 28 La enfermedad es una decisión. 29 No es algo que te suceda sin haberlo pedido, que te debilite y te haga sufrir. 30 Es una decisión que tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la Verdad surge en tu propia mente engañada y todo tu mundo se tambalea y se prepara para derrumbar-se. 31 Ahora enfermas para que la Verdad se marche y deje de amenazar tus predios.
L136.9 32 ¿Cómo crees que la enfermedad puede lograr escudarte de la Verdad? 33 Sencillamente, porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por tanto, tienes necesariamente que estar separado de la Verdad. 34 Sufres dolor porque el cuerpo lo experimenta, y ese dolor te hace uno con él. 35 De esta manera, tu "verdadera" identidad618 queda a salvo y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. 36 Pues fíjate, ese puñado de polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes de existir.
L136.10 37 De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la Verdad, la Cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de querer morir. 38 Y así, el cuerpo es más poderoso que la Vida eterna, el Cielo más frágil que el infierno y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. 39 El Hijo es polvo, el Padre está incompleto y el caos se sienta triunfante en Su trono.
L136.11 40 Así es el plan que has elaborado para tu propia defensa. 41 Y crees que el Cielo tiembla ante ataques tan irracionales como éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la Verdad transformada en mentiras y todo el Universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas quieren imponerle. 42 Pero, ¿quién puede creer en ilusiones salvo el que las inventó? 43 ¿Quién sino él puede verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la Verdad?
L136.12 44 Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su Voluntad. 45 El Universo permanece indiferente a las leyes por las cuales creíste gobernarlo. 46 Y el Cielo no se ha inclinado ante el infierno, ni la Vida ante la muerte. 47 Sólo puedes decidir pensar que mueres, o que sufres enfermedades, o que tergiversas la Verdad de alguna manera. 48 Lo que ha sido
creado no guarda relación alguna con eso. 49 Las defensas son planes para derrotar Lo que no se puede atacar. 50 Lo que es inalterable no puede cambiar. 51 Y Lo que está absolutamente libre de pecado no puede pecar.
L136.13 52 Así de simple es la Verdad. 53 No recurre a la fuerza ni al triunfo. 54 No exige obediencia, ni intenta probar cuán lamentables e inútiles son tus intentos de planear defensas para cambiarla. 55 Sólo quiere aportarte felicidad, pues ése es Su propósito. 56 Quizá exhale un pequeño suspiro cuando rechazas Sus dones, pero sabe con absoluta certeza que Lo que Dios quiere para ti tendrás que recibirlo.
L136.14 57 Este es el hecho que demuestra que el tiempo es una ilusión. 58 Pues el tiempo te deja pensar que Lo que Dios te ha dado no es la Verdad ahora mismo, como tendría que ser. 59 Los Pensamientos de Dios son totalmente ajenos al tiempo. 60 Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa que hiciste contra la Verdad. 61 No obstante, Lo que Dios quiere está aquí, y tú sigues siendo realmente como Él Te creó.
L136.15 62 La Verdad tiene un poder619 muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se Le ha dado entra-da. 63 Y surge en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. 64 Se La puede encontrar hoy en cualquier momento, si decides practicar cómo darle la bienvenida. 65 Éste es nuestro objetivo hoy. 66 Y dedicaremos dos veces un cuarto de hora a pedir a la Verdad que venga a nosotros y nos libere.
L136.16 67 Y la Verdad vendrá, pues nunca estuvo separada de nosotros. 68 Tan sólo aguarda esta invitación que hoy Le extendemos. 69 La empezamos con una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y deje que la Verdad sea como siempre ha sido:
L136.17 70 La enfermedad es una defensa contra la Verdad. 71 Aceptaré la Verdad de Lo que soy y dejaré que mi mente se cure hoy completamente.
L136.18 72 La curación resplandecerá a través de tu mente abierta, a medida que la paz y la Verdad surjan para tomar el lugar de la guerra y de imaginaciones vanas. 73 No quedará ni un solo rincón oscuro que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la Verdad. 74 No quedarán en tu mente figuras confusas procedentes de tus sueños, ni sus oscuros anhelos de dobles propósitos que se perseguían descabelladamente. 75 Tu mente se curará de todos los deseos enfermizos que trató de autorizar al cuerpo para que los obedeciera.
L136.19 76 Ahora, el cuerpo se ha curado porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. 77 Y reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no debería sentir nada en absoluto. 78 Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de sentirse enfermo o curado, de dolor o de gozo. 79 La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. 80 Su utilidad permanecerá, y nada más.
L136.20 81 Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que habías impuesto al cuerpo por medio de los propósitos que le habías conferido. 82 A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a todos los propósitos que sean verdaderamente útiles. 83 La salud del cuerpo queda plenamente garantizada, porque él no se verá limitado por el tiempo, clima o fatiga, por lo que coma o beba, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías. 84 Ahora no necesitas hacer nada para que se encuentre bien, pues la enfermedad se ha vuelto imposible.
L136.21 85 No obstante, tienes que preservar esta protección mediante un cuidadoso estado de alerta. 86 Si permites que tu mente piense pensamientos de ataque, ceda a los juicios, o haga planes para contrarrestar futuras incertidumbres, te habrás descolocado nuevamente y hecho una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en este caso, la mente está enferma. 87 De ocurrir esto, remédialo de inmediato, no permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. 88 No te confundas con respecto a lo que necesita ser curado, sino que di interiormente:
L136.22 89 He olvidado Lo que realmente soy, pues confundí mi cuerpo conmigo mismo. 90 La enfermedad es una defensa contra la Verdad. 91 Pero, yo no soy un cuerpo. 92 Y mi mente es incapaz de atacar. 93 Por consiguiente, no puedo estar enfermo.
L136 La enfermedad constituye una defensa contra la Verdad614.
L136.1 1 Nadie puede curarse a menos que comprenda cuál es el propósito al que aparentemente sirve la enfermedad. 2 Pues entonces comprenderá también que este propósito no tiene significado. 3 Al no tener causa ni intención significativa de ninguna clase, la enfermedad realmente no puede existir. 4 Una vez que se reconoce esto, la curación es automática: 5 Disipa esta ilusión sin sentido valiéndose del mismo enfoque que las lleva a todas ante la Verdad, y simplemente las deja allí para que desaparezcan.
L136.2 6 La enfermedad no es un accidente. 7 Al igual que toda defensa, es un mecanismo demente de autoengaño. 8 Y, al igual que todos los demás mecanismos, su propósito es ocultar la Realidad, atacarla, alterarla, incapacitarla, distorsionarla, tergiversarla o reducirla a un insignificante montón de partes sin ensamblar. 9 El objetivo de toda defensa es impedir que la Verdad se complete; 10 que las partes se vean como si cada una fuese completa en sí misma.
L136.3 11 Las defensas no son involuntarias, ni tampoco se erigen sin concienciarlo. 12 Son como varitas mágicas y secretas que agitas cuando la Verdad parece amenazar lo que quieres creer. 13 Parecen estar en tu subconsciente, pero eso es por la rapidez con que decides utilizarlas. 14 En ese segundo, o aún menos, en que se toma la decisión, te das cuenta exactamente de lo que te propones hacer, y luego lo das por hecho.
L136.4 15 ¿Quién sino tú evalúa que existe una amenaza, decide que es necesario escapar de ella, y erige una serie de defensas para contrarrestar la amenaza que ha juzgado que es real? 16 Todo esto no se puede hacer subconscientemente. 17 Pero, una vez hecho, tu plan requiere que olvides que fuiste tú quien lo hiciste, de manera que parezca ser algo ajeno a tu propia intención: es decir, un acontecimiento que no guarda relación alguna con tu estado mental; un acontecer que produce un efecto real en ti, en vez de uno que tú mismo causaste.
L136.5 18 Es esta rapidez con que olvidas el papel que desempeñas en la hechura de tu "realidad" lo que hace que las defensas parezcan no estar bajo tu control. 19 Pero lo que has olvidado puede recordarse, si estás dispuesto a reconsiderar la decisión que se encuentra doblemente defendida por el olvido. 20 Que no recuerdes no es sino la señal de que esta decisión todavía permanece en vigor en lo que se refiere a tus deseos.
L136.6 21 No confundas esto con un hecho. 22 Las defensas tienen necesariamente que hacer que los hechos sean irreconocibles. 23 Ése es su propósito, y eso es lo que hacen. 24 Cada defensa toma fragmentos del todo, los ensambla sin tener en cuenta todas sus verdaderas relaciones617 y, de esta manera, construye ilusiones de un todo que no existe. 25 Este proceso es el que impone la amenaza y no el posible resultado de un evento cualquiera.
L136.7 26 Cuando se arrancan partes del todo y se consideran separadas unas de otras y completas en sí mismas, éstas se convierten en símbolos prestos para atacar el todo, exitosas en sus efectos, sin ser nunca vistas otra vez como el todo. 27 Y, sin embargo, has olvidado que no representa otra cosa que, tu propia decisión, de lo que debería ser real, para ocupar el lugar de lo que sí lo es.
L136.8 28 La enfermedad es una decisión. 29 No es algo que te suceda sin haberlo pedido, que te debilite y te haga sufrir. 30 Es una decisión que tomas, un plan que trazas, cuando por un instante la Verdad surge en tu propia mente engañada y todo tu mundo se tambalea y se prepara para derrumbar-se. 31 Ahora enfermas para que la Verdad se marche y deje de amenazar tus predios.
L136.9 32 ¿Cómo crees que la enfermedad puede lograr escudarte de la Verdad? 33 Sencillamente, porque demuestra que el cuerpo no está separado de ti y que, por tanto, tienes necesariamente que estar separado de la Verdad. 34 Sufres dolor porque el cuerpo lo experimenta, y ese dolor te hace uno con él. 35 De esta manera, tu "verdadera" identidad618 queda a salvo y el extraño y perturbador pensamiento de que tal vez seas algo más que un puñado de polvo queda mitigado y silenciado. 36 Pues fíjate, ese puñado de polvo puede hacerte sufrir, torcerte las extremidades y pararte el corazón, ordenándote que mueras y dejes de existir.
L136.10 37 De esta manera, el cuerpo es más fuerte que la Verdad, la Cual te pide que vivas, pero no puede imponerse a tu decisión de querer morir. 38 Y así, el cuerpo es más poderoso que la Vida eterna, el Cielo más frágil que el infierno y los designios de Dios para la salvación de Su Hijo se ven contrarrestados por una decisión que es más fuerte que Su Voluntad. 39 El Hijo es polvo, el Padre está incompleto y el caos se sienta triunfante en Su trono.
L136.11 40 Así es el plan que has elaborado para tu propia defensa. 41 Y crees que el Cielo tiembla ante ataques tan irracionales como éstos, en los que Dios queda cegado por tus ilusiones, la Verdad transformada en mentiras y todo el Universo hecho esclavo de las leyes que tus defensas quieren imponerle. 42 Pero, ¿quién puede creer en ilusiones salvo el que las inventó? 43 ¿Quién sino él puede verlas y reaccionar ante ellas como si fuesen la Verdad?
L136.12 44 Dios no sabe nada de tus planes para cambiar Su Voluntad. 45 El Universo permanece indiferente a las leyes por las cuales creíste gobernarlo. 46 Y el Cielo no se ha inclinado ante el infierno, ni la Vida ante la muerte. 47 Sólo puedes decidir pensar que mueres, o que sufres enfermedades, o que tergiversas la Verdad de alguna manera. 48 Lo que ha sido
creado no guarda relación alguna con eso. 49 Las defensas son planes para derrotar Lo que no se puede atacar. 50 Lo que es inalterable no puede cambiar. 51 Y Lo que está absolutamente libre de pecado no puede pecar.
L136.13 52 Así de simple es la Verdad. 53 No recurre a la fuerza ni al triunfo. 54 No exige obediencia, ni intenta probar cuán lamentables e inútiles son tus intentos de planear defensas para cambiarla. 55 Sólo quiere aportarte felicidad, pues ése es Su propósito. 56 Quizá exhale un pequeño suspiro cuando rechazas Sus dones, pero sabe con absoluta certeza que Lo que Dios quiere para ti tendrás que recibirlo.
L136.14 57 Este es el hecho que demuestra que el tiempo es una ilusión. 58 Pues el tiempo te deja pensar que Lo que Dios te ha dado no es la Verdad ahora mismo, como tendría que ser. 59 Los Pensamientos de Dios son totalmente ajenos al tiempo. 60 Pues el tiempo no es sino otra absurda defensa que hiciste contra la Verdad. 61 No obstante, Lo que Dios quiere está aquí, y tú sigues siendo realmente como Él Te creó.
L136.15 62 La Verdad tiene un poder619 muy superior al de cualquier defensa, pues ninguna ilusión puede permanecer allí donde se Le ha dado entra-da. 63 Y surge en cualquier mente que esté dispuesta a deponer sus armas y a dejar de jugar con necedades. 64 Se La puede encontrar hoy en cualquier momento, si decides practicar cómo darle la bienvenida. 65 Éste es nuestro objetivo hoy. 66 Y dedicaremos dos veces un cuarto de hora a pedir a la Verdad que venga a nosotros y nos libere.
L136.16 67 Y la Verdad vendrá, pues nunca estuvo separada de nosotros. 68 Tan sólo aguarda esta invitación que hoy Le extendemos. 69 La empezamos con una plegaria de curación para que nos ayude a superar nuestra actitud defensiva y deje que la Verdad sea como siempre ha sido:
L136.17 70 La enfermedad es una defensa contra la Verdad. 71 Aceptaré la Verdad de Lo que soy y dejaré que mi mente se cure hoy completamente.
L136.18 72 La curación resplandecerá a través de tu mente abierta, a medida que la paz y la Verdad surjan para tomar el lugar de la guerra y de imaginaciones vanas. 73 No quedará ni un solo rincón oscuro que la enfermedad pueda ocultar y defender contra la luz de la Verdad. 74 No quedarán en tu mente figuras confusas procedentes de tus sueños, ni sus oscuros anhelos de dobles propósitos que se perseguían descabelladamente. 75 Tu mente se curará de todos los deseos enfermizos que trató de autorizar al cuerpo para que los obedeciera.
L136.19 76 Ahora, el cuerpo se ha curado porque la fuente de la enfermedad está dispuesta a recibir alivio. 77 Y reconocerás que practicaste bien por lo siguiente: el cuerpo no debería sentir nada en absoluto. 78 Si has tenido éxito, no habrá sensación alguna de sentirse enfermo o curado, de dolor o de gozo. 79 La mente no responderá en absoluto a lo que el cuerpo haga. 80 Su utilidad permanecerá, y nada más.
L136.20 81 Tal vez no te des cuenta de que esto elimina los límites que habías impuesto al cuerpo por medio de los propósitos que le habías conferido. 82 A medida que éstos se dejan a un lado, el cuerpo tendrá suficiente fuerza para servir a todos los propósitos que sean verdaderamente útiles. 83 La salud del cuerpo queda plenamente garantizada, porque él no se verá limitado por el tiempo, clima o fatiga, por lo que coma o beba, ni por ninguna de las leyes a que antes lo sometías. 84 Ahora no necesitas hacer nada para que se encuentre bien, pues la enfermedad se ha vuelto imposible.
L136.21 85 No obstante, tienes que preservar esta protección mediante un cuidadoso estado de alerta. 86 Si permites que tu mente piense pensamientos de ataque, ceda a los juicios, o haga planes para contrarrestar futuras incertidumbres, te habrás descolocado nuevamente y hecho una identidad corporal que atacará al cuerpo, pues en este caso, la mente está enferma. 87 De ocurrir esto, remédialo de inmediato, no permitiendo que tu actitud defensiva te siga haciendo daño. 88 No te confundas con respecto a lo que necesita ser curado, sino que di interiormente:
L136.22 89 He olvidado Lo que realmente soy, pues confundí mi cuerpo conmigo mismo. 90 La enfermedad es una defensa contra la Verdad. 91 Pero, yo no soy un cuerpo. 92 Y mi mente es incapaz de atacar. 93 Por consiguiente, no puedo estar enfermo.
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