El Espíritu Santo ministra y opera en la vida del creyente,  guía cada decisión que hemos de tomar. Pero debemos reconocer que cada decisión no es una de efecto superficial o aislado,  y al mismo tiempo debemos comprender que cada decisión que tomamos tiene un efecto acumulativo sobre nuestra santificación. Es hacia ese fin que nos guía el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo no solo nos guía, pero también nos capacita. Por eso sabemos que es el que unge. Para comprender el papel que desempeña El que unge, es necesario también entender la relación entre la revelación del Antiguo y el Nuevo Testamento.
Es necesario establecer que entre el antiguo y el nuevo testamento hay continuidad y progresión. Y de esta noción, se puede derivar el concepto teológico de Revelación progresiva como un menester ingrediente para la correcta comprensión y aplicación de lo que es verdaderamente unción.

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