Escuchar "Capítulo XVIII Por el Fruto se conoce el Árbol"
Síntesis del Episodio
Antes de conocer el Espiritismo, las muertes violentas, los sucesos terroríficos
que continuamente vienen a sembrar el espanto entre los que viven, si no tranquilos, al
menos, libres de esas desgracias horribles que dejan el ánimo contristado para mucho
tiempo, me causaban profundo estupor y me hacían dudar de la justicia de Dios; pero
desde que estudio las innegables verdades de la filosofía espiritista, cuando un crimen
espantoso, o una muerte imprevista, o uno de esos acontecimientos que traen consigo la
desolación y la muerte para un número determinado de individuos, y entre ellos se salva el
más indefenso un niño por ejemplo, o un enfermo postrado en su lecho, y cae junto a él un
Hércules aplastado por los escombros, si bien ante un cuadro de destrucción mi Espíritu
tiembla y mira con espanto el porvenir, mi reflexión viene enseguida a calmar mi pena,
pienso con tristeza en los que han muerto violentamente y murmuro con melancolía: Si,
por el fruto se conoce el árbol, el pasado de estos espíritus que no han merecido siquiera
dejar en su lecho su envoltura rodeados de sus deudos, recibiendo sus atenciones y sus
cuidados; ¡Qué azaroso habrá sido! ¡Cuántas lágrimas habrán hecho verter! ¡Cuántos errores
habrán cometido!… ¡Cuántas veces habrán caído arrastrando en su caída a seres inocentes!
que continuamente vienen a sembrar el espanto entre los que viven, si no tranquilos, al
menos, libres de esas desgracias horribles que dejan el ánimo contristado para mucho
tiempo, me causaban profundo estupor y me hacían dudar de la justicia de Dios; pero
desde que estudio las innegables verdades de la filosofía espiritista, cuando un crimen
espantoso, o una muerte imprevista, o uno de esos acontecimientos que traen consigo la
desolación y la muerte para un número determinado de individuos, y entre ellos se salva el
más indefenso un niño por ejemplo, o un enfermo postrado en su lecho, y cae junto a él un
Hércules aplastado por los escombros, si bien ante un cuadro de destrucción mi Espíritu
tiembla y mira con espanto el porvenir, mi reflexión viene enseguida a calmar mi pena,
pienso con tristeza en los que han muerto violentamente y murmuro con melancolía: Si,
por el fruto se conoce el árbol, el pasado de estos espíritus que no han merecido siquiera
dejar en su lecho su envoltura rodeados de sus deudos, recibiendo sus atenciones y sus
cuidados; ¡Qué azaroso habrá sido! ¡Cuántas lágrimas habrán hecho verter! ¡Cuántos errores
habrán cometido!… ¡Cuántas veces habrán caído arrastrando en su caída a seres inocentes!
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