Escuchar "La industria del "Auténtico yo" (parte 1)"
Síntesis del Episodio
El movimiento organizado en torno a los derechos de las personas trans se ha convertido en un verdadero destructor de cuerpos y de mentes. Estar cómodo con el propio cuerpo no es sencillo para casi nadie, pero patologizar ese sentimiento es de una crueldad perversa. Los cuerpos masacrados producto de estas intervenciones se pueden ver y, aunque resulta horroroso, es necesario darse una vuelta por las fotografías y las explicaciones de los procedimientos para comprender la carnicería que se está realizando a plena luz del día bajo la excusa de encontrar el “auténtico yo”. Es muy difícil luchar contra inseguridades y la angustia, pero no se puede eludir el camino de la autoaceptación configurando un experimento de Frankenstein. Nadie cambia a la persona que es, torturando a la propia carne.
La pinza que amenaza a las personas vulnerables es cruel, por un lado la industria que promete una imagen imposible, como una noria infinita de promesas y consumo falsario, tratando de convencerlas de que lograrán, a un alto costo, convertirse en quienes son «realmente». Por el otro, el uso político de las disforias como mecanismo de caos simbólico y control social, sosteniendo desde la política que la identidad es algo que se puede fabricar y que la sociedad está obligada a aceptar. Es paradójico que el identitarismo, un bastión de la cultura woke anticapitalista, promueva el desarrollo identitario como estrategia de marketing. Es un lobby peligroso el que le dice a la gente que puede comprar su camino hacia la autoestima. Están convenciendo a una generación de que una horda de mercachifles puede injertar a fuerza de bisturí el orgullo, la paz y la autorrealización a través de aberrantes cirugías. El anticapitalismo woke encontró la manera de industrializar el amor propio.
por Karina Mariani
La pinza que amenaza a las personas vulnerables es cruel, por un lado la industria que promete una imagen imposible, como una noria infinita de promesas y consumo falsario, tratando de convencerlas de que lograrán, a un alto costo, convertirse en quienes son «realmente». Por el otro, el uso político de las disforias como mecanismo de caos simbólico y control social, sosteniendo desde la política que la identidad es algo que se puede fabricar y que la sociedad está obligada a aceptar. Es paradójico que el identitarismo, un bastión de la cultura woke anticapitalista, promueva el desarrollo identitario como estrategia de marketing. Es un lobby peligroso el que le dice a la gente que puede comprar su camino hacia la autoestima. Están convenciendo a una generación de que una horda de mercachifles puede injertar a fuerza de bisturí el orgullo, la paz y la autorrealización a través de aberrantes cirugías. El anticapitalismo woke encontró la manera de industrializar el amor propio.
por Karina Mariani
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