En este libro, Leon Denis tuvo especial cuidado en rastrear a la heroína, un retrato físico y moral lo más parecido posible.
No descuidó nada por eso. No solo leyó los textos como un buen historiador, sino que quería absorber, en la medida de lo posible, la atmósfera en la que transcurría la corta vida de la Doncella.
Y fue a Domremy a quien fue primero.
Al reunir los pocos fragmentos de documentos escritos que nos han llegado, Léon Denis logra componernos, mediante claves sucesivas, una imagen agradable, muy viva de la heroína. Toda su existencia es una enseñanza, porque "Jeanne no es menos admirable en sus palabras que en sus acciones. Estos labios de dieciocho años han emitido juicios dignos de aparecer junto a los preceptos más bellos de la antigüedad ". Ingenio y sabiduría, humildad y orgullo, ardor viril, pureza angelical y, sobre todo, bondad infinita. Todas las virtudes estaban en ella.
Pero es en su prisión, durante su juicio e incluso en el banco donde brillan, estos venidos, con un brillo sobrehumano.
El historiador espiritual que ha seguido a Joan a lo largo de su maravillosa epopeya, ahora lo acompaña en su prisión y luego en la corte.
Las páginas que Léon Denis dedica a la prisión, al juicio, a la ejecución, nítidas, incisivas, vengativas, conmovedoras, están tan grabadas. Una hermosa, ardiente y serena luz juega con ello; Ahí emerge un profundo acento de nobleza y verdad. Durante tanto tiempo, envuelta en sombras traicioneras, el recuerdo de Lorraine con un gran corazón se eleva en su verdadero día, que es el de la gloria sin mancha.
Al escribir este radiante libro de fe espiritualista, Leon Denis persiguió un solo objetivo: ayudar al testimonio histórico a plasmar en su verdadera luz, la imagen sublime de la santa patria. Le debemos a su filosofía tan humana, tan comprensiva y tan consciente, un trabajo de penetración, una belleza que no será fácilmente superada.

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