La búsqueda de la décima

02/10/2023 1h 18min
La búsqueda de la décima

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Síntesis del Episodio

La búsqueda de la décima
8 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? 9 Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. 10 Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.
Lucas 15:8-10.

La dracma ática fue la moneda de mayor difusión en el territorio conquistado por Alejandro Magno, por lo cual no sólo era usada en las ciudades estados originales sino también en los reinos helenísticos de Asia y África. Por un lado tenía grabada una imagen de la Diosa Atenea y por la otra su animal alegórico, el mochuelo de grandes ojos, símbolo de sabiduría.

La moneda finalmente es encontrada, pero ¿por qué la mujer comenzó a buscar desesperadamente una simple moneda que se le había perdido? Cualquiera pensaría que teniendo todavía nueve monedas, perder una sola no sería algo tan terrible. Pues bien, el motivo de tal búsqueda tiene que ver con las antiguas costumbres del Medio Oriente. La mujer buscó con diligencia la moneda perdida porque ¡era parte de su diadema de matrimonio!En la época de Jesús, las mujeres llevaban monedas de plata colgadas en su cabeza y cuello. Estas monedas solían ser una parte del precio que el novio pagaba por ella a su familia (dote), y que por costumbre quedaba en manos de la novia. Eran de ella incluso aún si se divorciaba. Por tanto, se convertían en la riqueza y esperanza de una mujer en caso de que su marido falleciera o su matrimonio terminara.
Así que estas monedas eran cosidas en hileras como una diadema en el velo nupcial el día de la boda, y luego usadas como ornamento en el velo como señal de estar casadas. Era algo así como un “anillo de matrimonio” actual. No sólo tenía un valor económico, sino también un valor sentimental. Era un símbolo público de honor, ya que el juego completo de monedas representaba a una esposa fiel. Si se hallaba a una mujer infiel el esposo podía quitarle algunas monedas (o incluso todas) para su desgracia. Y si faltaba una, el esposo podía llevarse una impresión equivocada, incluso reaccionar con ira (“Usos y Costumbres de tierras bíblicas”, Fred Hartley Wight).

En la parábola, los diez dracmas eran parte de la dote de la mujer. Un dracma equivalía al salario de un día de trabajo, y el hecho de que sólo tenía diez indica que la familia de su padre era pobre (“Comentario del Contexto Cultural del NT”, C.S. Keener). Y si su ornamento estaba formado sólo por diez dracmas, haría más notorio si faltaba una sola moneda. Así que perder una de ellas se consideraba una gran vergüenza. No se trataba de buscar una simple moneda perdida, lo importante era tener todas las monedas en su ornamento, y así recuperar su dote, su honor y evitar el enojo de su marido. Por ello su desesperación de encontrarla lo antes posible. Y cuando la recupera, reúne a sus amigas y vecinas (Lucas 15:9) para regocijarse y guardar lo sucedido como un secreto de mujeres.

El conjunto de las tres parábolas recibe la denominación tradicional de parábolas de la misericordia —o parábolas de la alegría—,11 12 ya que caracterizan la figura y el mensaje misericordioso de Jesús de Nazaret tal como lo muestra el evangelista Lucas. Llegó a considerárselas «el corazón del tercer evangelio».13

Esta parábola —o, según la definición de Bultmann, «semejanza»—14 es una narración breve que describe vivamente el interés manifestado por una mujer que al perder una de sus diez dracmas —moneda considerada de escaso valor—, la busca afanosamente, y la alegría que siente al hallarla. La parábola es figura de la actitud de Dios Padre hacia cada pecador: lo busca cuidadosamente, y se alegra cuando encuentra lo que se consideraba perdido.
[…] la parábola de la moneda perdida […] describe con vivos colores el interés de una persona cuando pierde algo que un tercero podría juzgar relativamente insignificante, así como su correspondiente gozo cuando lo encuentra. […] las parábolas se refieren al extraño interés (así lo estimaban algunos) que Jesús mostraba por las clases deprimidas de la comunidad judía. Y posiblemente por algunos habitantes de Galilea que no eran judíos. […] El reino de Dios ha llegado en el ministerio de Jesús, y uno de los rasgos de esa llegada era este inédito interés por lo «perdido».15
Charles Harold Dodd
La pobreza de la mujer[editar]
La pobreza de la mujer se evidencia a través de los pocos datos suministrados en el relato y analizados por los especialistas.3 La mujer «enciende una luz», no necesariamente porque sea de noche, sino porque las casas pobres carecían de ventanas y la escasa luminosidad podría llegar a través de una puerta baja.21 22 3 La mujer «barre» la casa, probablemente con una hoja de palma,21 porque el suelo es rocoso21 o de tierra apisonada8 y, al barrer, podría escucharse el sonido de la moneda en la oscuridad.3 Las diez dracmas que tiene son una posesión modesta, lo que explicaría su interés por hallar la moneda perdida.23
En efecto, la antigua «dracma ática» era una moneda de plata, cuyo valor equivalía a un cuarto de siclo, patrón plata, moneda de circulación corriente en Palestina (cf. Flavio Josefo, Antigüedades judías III, 8, 2, n. 195). Equivalía aproximadamente al salario de un día de trabajo.24 Los soldados rasos del ejército de Herodes el Grande cobraban ciento cincuenta dracmas (cf. Flavio Josefo, La guerra de los judíos I, 16, 3, n. 308).25 Durante el mandato de Nerón, en el marco de una economía caracterizada por la inflación,26 se devaluó el peso del denario que además sustituyó la dracma. Cuando la parábola se escribió, diez dracmas no era una suma importante de dinero.27 En el Nuevo Testamento solamente se emplea la palabra «dracma» en este pasaje.28

Fue san Agustín de Hipona en su obra Confesiones quien destacó el aspecto de la memoria de la mujer de la parábola de la moneda perdida, como forma de remarcar la memoria de Dios sobre cada hombre.

Había perdido la mujer su dracma y la buscó con la candela, y si no hubiese recordado no la hubiese encontrado. Y así, después de haberla encontrado, ¿cómo hubiera sabido si era o no esa misma, si no hubiese guardado recuerdo de ella?
Confesiones, Libro x, capítulo xviii
La reflexión de san Agustín culmina en una oración con matiz marcadamente autobiográfico en la que liga la memoria con la misericordia de Dios. Con ella se inicia el libro xiii de sus Confesiones:
Te invoco a ti, Dios mío, misericordia mía, que me has hecho y no te has olvidado de quien se olvidó de ti.32
Confesiones, Libro xiii, capítulo i

En el Oriente, las casas de los pobres por lo general consistían en una sola habitación, con frecuencia sin ventanas y oscura. Raras veces se barría la pieza, y una moneda al caer al suelo quedaba rápidamente cubierta por el polvo. Aun de día, para poderla encontrar, debía encenderse una vela y barrerse diligentemente la casa.

La dote matrimonial de la esposa consistía por lo general en monedas que ella preservaba cuidadosamente como su posesión más querida, para transmitirla a sus hijas. La pérdida de una de esas monedas era considerada como una grave calamidad, y el recobrarla causaba un gran regocijo que compartían de buen grado las vecinas.

APLICACIÓN
Toda alma, aunque degradada por el pecado, es considerada preciosa a la vista de Dios. Así como la moneda lleva la imagen e inscripción de las autoridades, también el hombre al ser creado, llevaba la imagen y la inscripción de Dios, y aunque ahora está malograda y oscurecida por la influencia del pecado, quedan aún en cada alma los rastros de esa inscripción. Dios desea recobrar esa alma, y volver a escribir en ella su propia imagen en justicia y santidad.
La mujer de la parábola busca diligentemente su moneda perdida. Enciende el candil y barre la casa. Quita todo lo que pueda obstruir su búsqueda. Aunque sólo ha perdido una dracma, no cesará en sus esfuerzos hasta encontrarla. Así también en la familia, si uno de los miembros se pierde para Dios, deben usarse todos los medios para rescatarlo.
En esta parábola podemos encontrar el modo para encontrar esa moneda. Primero debemos prender una vela y barrer la casa. La casa representa a nuestra mente o alma en la cual podemos encontrar todos nuestros tesoros. Nuestra mente es el lugar en el cual logramos almacenar muchas cosas, pero también perder muchas cosas.

Por su parte, la vela que nos proporciona la iluminación, representa la verdad del Señor: “Lámpara es a mis pies tu palabra” (Salmo 119:105). De esta manera, debemos saber que de Dios proviene toda la verdad, y que Él representa la luz del mundo. Por lo cual todos los que reciben y comprenden algo de la verdad, está prendiendo una vela, y por la luz que ésta emana, es capaz de encaminarse a sí mismo durante toda su vida.

Por el contexto de la parábola, es claro que esta es la enseñanza diáfana de ella. Jesús quería dejar bien clara la idea de que el deseo más grande de Dios es que lo perdido se halle.
Jesús mismo había dicho en otra ocasión, “el hijo del hombre ha venido a buscar ya salvar lo que se había perdido”. Aunque la conversación del pecador involucra su propia decisión favorable en pro del Evangelio de Cristo, esto nunca viene a ser la causa de su redención.
Esta es provista por Dios en la muerte expiatoria de Jesús. La salvación desde su comienzo hasta su fin es obra de Dios. Por esto, es Dios mismo quien se regocija cuando cada pecador perdido se apropia de esa redención en Cristo por la fe. Su regocijo es grande cuando el perdido es hallado.

O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una dracma: Si el pastor estaba interesado en una de cien, tiene sentido que la mujer esté interesada en una de diez. No simplemente contaba la moneda como perdida y no le importaba más.
i. Bruce sugirió la posibilidad que esta moneda estaba junto con varias más en una cadena de plata que se usaba alrededor de la cabeza como una señal de que la mujer estaba casada. Era un adorno preciado para la mujer e hizo que la pérdida se sintiera aún más fuerte.
ii. En un sentido, los perdidos pertenecen a Dios, lo sepan o no. “La moneda de plata estaba extraviada pero aún tenía dueño. Observe que la mujer llama el dinero: “la dracma que había perdido”. Cuando perdió su posesión no perdió su derecho sobre ella; no pasó a ser de alguien más cuando se resbalo de su mano y cayó al suelo”. (Spurgeon)
b. Enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia: La mujer en la historia primero trajo la luz; después barrió y limpió la casa, todo el tiempo buscando la moneda con diligencia y con intento deliberado. Siguió buscando hasta encontrar la moneda.
i. Así es como la iglesia, dirigida por el Espíritu Santo, buscará almas perdidas. Primero lleva la lámpara que es la palabra de Dios, después barre y limpia su propio lugar, luego busca con diligencia a los perdidos.
ii. “Una de las primeras cosas que nos arresta poderosamente es el valor de las almas individuales. Fue una sola oveja que el pastor fue a buscar. Fue por una sola moneda que la mujer buscó en su casa”. (Morrison)
c. Gozaos conmigo: Cuando finalmente se encontró la moneda, la mujer estaba naturalmente feliz. De la misma manera, Dios está feliz cuando los pecadores se arrepienten, en contraste con los líderes religiosos que murmuraban cuando los publicanos y los pecadores se acercaron a Jesús para escucharle.
i. No pensamos muy seguido en Dios regocijándose, pero este pasaje nos dice que lo hace, y en cuales circunstancias. Y como el gozo del esposo con la esposa,así se gozará contigo el Dios tuyo(Isaías 62:5). Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos (Sofonías 3:17).
ii. Según Barclay, muchas de las personas religiosas de los días de Jesús creían cosas diferentes e incluso tenían un dicho que decía: “Habrá gozo en el cielo por un pecador que sea destruido ante Dios”. Los cristianos de hoy en día deben tener cuidado de no dar la misma impresión, especialmente en su constante y apropiado celo de hablar en contra de los pecados populares de la cultura.
d. Por un pecador que se arrepiente: A las monedas perdidas les resulta imposible arrepentirse, así que Jesús agregó esto para que tanto los líderes religiosos como los pecadores que lo escucharon supieran que el arrepentimiento es importante para los perdidos.