Escuchar "Dos ensayos sobre Jesús"
Síntesis del Episodio
Dos ensayos sobre Jesús
El famoso ensayo, ‘Una vida solitaria’:
He aquí un hombre nacido de padres judíos en una obscura aldea, cuya madre fue una mujer campesina. Su adolescencia y su juventud transcurrieron en otra aldea remota. Trabajó en un taller de carpintería hasta que alcanzó la edad de treinta años, y durante los tres años siguientes actuó como predicador ambulante.
Jamás escribió un libro. Nunca desempeñó empleo alguno. No poseyó casa. No formó una familia. No asistió a ninguna escuela. Nunca puso sus pies en una gran ciudad. Se alejó apenas unos pocos kilómetros del lugar donde había nacido.
Jamás realizó ninguno de los actos que usualmente se identifican con la grandeza. No tenía otras credenciales que su propia persona. Nada tenía que ver con este mundo, a excepción del poder simple derivado de su divina naturaleza.
Siendo muy joven, la marea de la opinión popular se volvió contra El. Sus amigos huyeron. Uno de ellos, lo negó. Fue entregado a Sus enemigos.
Se Le sometió a la farsa de un juicio. Fue clavado en una Cruz entre dos ladrones. Sus verdugos se jugaron a los dados, mientras agonizaba, su única posesión terrena, una pobre túnica. Una vez muerto, Le bajaron de la Cruz y Le depositaron en una tumba prestada por la devoción de un amigo.
Empero, han transcurrido más de diecinueve siglos, y hoy continúa El siendo el eje de la raza humana y la columna incontestable de su progreso.
Creo estar, pues, en lo cierto cuando sostengo que ni la totalidad de los ejército que hasta ahora se han formado, ni la suma íntegra de los navíos que se han construido, ni todo los parlamentos que se han congregado, ni todos los reyes que han regido, puestos juntos, han logrado influir tan poderosamente la vida del hombre sobre la tierra como lo logró aquella VIDA SOLITARIA.
EL CRISTO INCOMPARABLE, otro vívido ensayo:
“Hace más de mil novecientos años, nació un hombre contrariamente a las leyes de la vida. Este hombre vivió en la pobreza y fue criado en la oscuridad. No hizo grandes viajes. Solamente en una ocasión cruzó el límite del país en el cual vivía; eso fue durante su exilio en la niñez.
“No poseía riquezas ni influencia. Sus parientes eran gente común, y no tuvo preparación ni educación formal.
“Durante la infancia provocó pánico a un rey; en la niñez dejó asombrados a los doctores; en su edad adulta rigió el curso de la naturaleza, camino sobre las aguas como sobre el pavimento, y aquietó el embravecido mar. Sanó a las multitudes sin medicina y no cobró por sus servicios.
“Nunca escribió un libro, y sin embargo todas las librerías del país no podrían dar cabida a los libros que se han escrito respecto a él. Nunca escribió una canción, y sin embrago él ha provisto tema para más canciones que todos los escritores de canciones juntos.
“Nunca fundó un colegio, pero todas las escuelas reunidas no pueden jactarse de tener tantos estudiantes.
“Nunca dirigió un ejército, ni enroló un soldado, ni disparó un fusil; sin embargo, ningún líder ha tenido más voluntarios que, bajo sus órdenes, hayan hecho que más rebeldes amontonen sus armas y se rindan sin disparar un tiro.
“Nunca practicó la psiquiatría, sin embargo, ha sanado más corazones quebrantados que todos los doctores de cerca y de lejos. Una vez cada semana, las ruedas del comercio dejan de girar y las multitudes emprenden el camino hacia las asambleas de adoración para tributarle su homenaje y respeto.
“Los nombres de los orgullosos estadistas del pasado de Grecia y Roma han venido y se han ido. Los nombres de los científicos, filósofos y teólogos del pasado, han venido y se han ido; pero el nombre de este Hombre crece cada vez más. Aun cuando el tiempo ha derramado mil novecientos años entre la gente de esta generación y la escena de su crucifixión, sin embargo él todavía vive. Héroes no pudo destruirlo, y la tumba no pudo retenerlo.
“Él se levanta sobre el más alto pináculo de la gloria celestial, proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por Los Santos, y temido por los demonios, como el Cristo viviente y personal, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo”.
El famoso ensayo, ‘Una vida solitaria’:
He aquí un hombre nacido de padres judíos en una obscura aldea, cuya madre fue una mujer campesina. Su adolescencia y su juventud transcurrieron en otra aldea remota. Trabajó en un taller de carpintería hasta que alcanzó la edad de treinta años, y durante los tres años siguientes actuó como predicador ambulante.
Jamás escribió un libro. Nunca desempeñó empleo alguno. No poseyó casa. No formó una familia. No asistió a ninguna escuela. Nunca puso sus pies en una gran ciudad. Se alejó apenas unos pocos kilómetros del lugar donde había nacido.
Jamás realizó ninguno de los actos que usualmente se identifican con la grandeza. No tenía otras credenciales que su propia persona. Nada tenía que ver con este mundo, a excepción del poder simple derivado de su divina naturaleza.
Siendo muy joven, la marea de la opinión popular se volvió contra El. Sus amigos huyeron. Uno de ellos, lo negó. Fue entregado a Sus enemigos.
Se Le sometió a la farsa de un juicio. Fue clavado en una Cruz entre dos ladrones. Sus verdugos se jugaron a los dados, mientras agonizaba, su única posesión terrena, una pobre túnica. Una vez muerto, Le bajaron de la Cruz y Le depositaron en una tumba prestada por la devoción de un amigo.
Empero, han transcurrido más de diecinueve siglos, y hoy continúa El siendo el eje de la raza humana y la columna incontestable de su progreso.
Creo estar, pues, en lo cierto cuando sostengo que ni la totalidad de los ejército que hasta ahora se han formado, ni la suma íntegra de los navíos que se han construido, ni todo los parlamentos que se han congregado, ni todos los reyes que han regido, puestos juntos, han logrado influir tan poderosamente la vida del hombre sobre la tierra como lo logró aquella VIDA SOLITARIA.
EL CRISTO INCOMPARABLE, otro vívido ensayo:
“Hace más de mil novecientos años, nació un hombre contrariamente a las leyes de la vida. Este hombre vivió en la pobreza y fue criado en la oscuridad. No hizo grandes viajes. Solamente en una ocasión cruzó el límite del país en el cual vivía; eso fue durante su exilio en la niñez.
“No poseía riquezas ni influencia. Sus parientes eran gente común, y no tuvo preparación ni educación formal.
“Durante la infancia provocó pánico a un rey; en la niñez dejó asombrados a los doctores; en su edad adulta rigió el curso de la naturaleza, camino sobre las aguas como sobre el pavimento, y aquietó el embravecido mar. Sanó a las multitudes sin medicina y no cobró por sus servicios.
“Nunca escribió un libro, y sin embargo todas las librerías del país no podrían dar cabida a los libros que se han escrito respecto a él. Nunca escribió una canción, y sin embrago él ha provisto tema para más canciones que todos los escritores de canciones juntos.
“Nunca fundó un colegio, pero todas las escuelas reunidas no pueden jactarse de tener tantos estudiantes.
“Nunca dirigió un ejército, ni enroló un soldado, ni disparó un fusil; sin embargo, ningún líder ha tenido más voluntarios que, bajo sus órdenes, hayan hecho que más rebeldes amontonen sus armas y se rindan sin disparar un tiro.
“Nunca practicó la psiquiatría, sin embargo, ha sanado más corazones quebrantados que todos los doctores de cerca y de lejos. Una vez cada semana, las ruedas del comercio dejan de girar y las multitudes emprenden el camino hacia las asambleas de adoración para tributarle su homenaje y respeto.
“Los nombres de los orgullosos estadistas del pasado de Grecia y Roma han venido y se han ido. Los nombres de los científicos, filósofos y teólogos del pasado, han venido y se han ido; pero el nombre de este Hombre crece cada vez más. Aun cuando el tiempo ha derramado mil novecientos años entre la gente de esta generación y la escena de su crucifixión, sin embargo él todavía vive. Héroes no pudo destruirlo, y la tumba no pudo retenerlo.
“Él se levanta sobre el más alto pináculo de la gloria celestial, proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por Los Santos, y temido por los demonios, como el Cristo viviente y personal, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo”.
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