Agua Viva en el libro de Ester (Parte 3)

14/07/2022 30 min
Agua Viva en el libro de Ester (Parte 3)

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Síntesis del Episodio

CAPÍTULO CINCO: ENTRE BANQUETE Y BANQUETE OCURREN LOS MILAGROS

Capítulo cinco y versículo ocho: “Si he hallado gracia ante los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y conceder mi demanda. Que venga el rey con Amán a otro banquete que les prepararé, y mañana haré conforme a lo que el rey ha mandado”.

Yo lo he titulado así. Entre banquete y banquete ocurren los milagros.
Esto es interesante. Ester halla favor. Y el rey le dice: “Hasta la mitad de mi reino te doy”. Y de entrada no le pide nada, sino que le dice: Mi petición es que usted tenga un banquete con Amán que le voy a preparar, y le hace un banquete.

Y el rey por la noche pierde el sueño. Entre banquete y banquete ocurre un milagro. El rey no puede dormir por la noche. ¿Qué le había echado Ester al banquete? ¿Que había puesto ahí? ¿Algo que le produjera cafeína e insomnio? No, lo que pasa es que todo esto es sobrenatural. Dios está interviniendo. Hay una gran dosis de Dios, aunque en este libro no se menciona la palabra Dios, pero la Providencia está ahí.
Y le dice Esther. ¿Qué tal está el banquete? ¿Está usted contento? Sí y qué bien he comido, ¡qué a gusto estoy! ¡qué bien todo! Ester, pídeme, pídeme. Mi petición es que venga usted a otro banquete mañana. Y entonces el rey declaró que sí, un placer. Y en esa noche cambia todo. En esa noche comienza a suceder algo maravilloso.

¿Y sabes, qué? Nosotros tenemos que ser una iglesia de adoración. De banquete en banquete. Que sepamos tener contento a nuestro Dios. El diablo está trabajando, preparando sus horcas, haciendo sus planes de maldad. Mientras, nosotros, hagámosle banquete al rey. Entre banquete y banquete sucederán milagros.
Sepamos tener contento el corazón de Dios. Mientras que nosotros estamos haciéndole banquete al Señor, el Señor está peleando batallas. El Señor está moviendo ángeles que están en medio de la alabanza.

Cuando la iglesia está fuerte, en honra, en amor, en entrega, en adoración, en ayuno hay ángeles con nosotros peleando, moviéndose. Hay un ambiente de Dios. Hay un ambiente de milagros. Amén. Y por supuesto que vamos a actuar. Vamos a hacer lo que nos toca hacer. Pero el problema de la iglesia es hacer, hacer, pedir, pedir, pedir y no saber hacer banquete.

Nosotros debemos orar así: mientras que la rebanada de arriba tiene que ser oración, la de abajo oración, entre medias adoración y por ahí alguna petición.

CAPÍTULO SEIS: LA GENTE A LA QUE EL REY DESEA HONRAR

Capítulo seis y versículo seis: “Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí?”.

Entonces aquí está el título del mensaje: Aquellos cuya honra desea el rey.

Aquellos cuya honra desea el rey. ¿Qué es lo que nos quiere hablar aquí el Señor? Lo que sucede es que Mardoqueo, dentro de sus funciones, como siervo en la corte, descubre que hay unos eunucos o unos funcionarios del rey que quieren matar al rey; lo quieren envenenar. Eran parte de un golpe de estado. En aquellos tiempos saben cómo mataban a los reyes. Había intrigas palaciegas.
Dios permite que Mardoqueo escuche y descubra un complot para matar al rey. Mardoqueo era un hombre ejemplar: en este libro es un tipo de Jesucristo. Mardoqueo podía haber dicho: que se lo carguen, este pagano impío, sinvergüenza, que anda de fiesta en fiesta, no va conmigo la cosa... a ver si llega otro mejor. Pero Mardoqueo era un hombre íntegro. Mardoqueo no podía actuar así contra la autoridad. Entonces, él va donde el rey, donde los cercanos al rey, y descubre el complot y le salva la vida al rey. Entonces. ¿Qué pasa con Mardoqueo? Todo sigue igual. Yo me imagino que ese día llegó Mardoqueo a la casa de después del día de trabajo. ¿Qué tal ha ido, Mardoqueo, el día? Muy bien. Le salvé la vida. ¿De verdad? De verdad. ¿Y qué pasó? ¿Qué te honraron de alguna manera? ¿Te ascendieron? No.
Nosotros no hacemos las cosas para ser vistos. Nosotros no hacemos las cosas por la recompensa. Colosenses capítulo tres, versículo 22: Siervos obedeced a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.

¿Quién es el que da la recompensa? El Señor. Todo lo que hagamos, hacedlo de corazón, como para el Señor. ¿Entonces estás tratando bien al que te trata tan mal? Y quizás dice. ¿Pero qué busca? ¿Qué quiere? ¿Una subida de sueldo? ¿Un ascenso? ¿Qué interés tiene? Porque estamos acostumbrado a que todo el mundo lo hace todo por interés. La verdad no; yo no busco nada. Yo no soy un siervo de usted. Yo soy un siervo de Cristo. Y todo lo que yo hago, lo hago bien, para mi Señor. ¿Me pone a limpiar un baño para mi Señor? Lo voy a hacer lo mejor posible. Por ejemplo, en los esposos sirvamos por amor y honra, pero hagámoslo todo como para el Señor. Tengo la oportunidad de servir a mis hijos, de servir a mis padres, de servir, de servir aquí en la Iglesia. Cuando tú haces las cosas para Cristo hay un perfume de adoración. Cuando tú haces la cosa para el hombre, hay un perfume de adulación que es diferente.

El Señor toma nota de todo lo que haces. Amén. Él no duerme. Él toma nota de todo. Él no es injusto para olvidarse del amor y del servicio que tú has hecho para los santos Hebreos 6:10. Él no es injusto. Él toma nota. Y sabes que Él es un Dios que honra a los que le sirven.

Dijo Aman: ¿A quién querrá honrar el rey más que a mí, que soy su favorito? Pero no sabía, Amán, que entre banquete y banquete ocurren los milagros. Que en esa noche el rey había perdido el sueño y estaba aburrido. Y dijo: ¿Qué hay más aburrido? ¿Qué me pueden leer que sea tan aburrido que me duerma? Las crónicas reales. Y está el Rey ahí esperando que su secretario le empiece a leer. Y de repente habla de cómo un hombre llamado Mardoqueo ha deshecho un complot, le ha salvado la vida y vuelve en sí. El rey Asuero vuelve en sí, dice: ¿Y qué se ha hecho para honrar a ese? ¿Cómo se llamaba? Mardoqueo. ¿Y qué se ha hecho para honrar ese Mardoqueo? A ver, Majestad, déjeme que vea en la crónica. Nada, nada. ¡Si me salvó la vida! ¿Pero cómo que no había hecho nada? Pero no sabemos lo que ha pasado, Majestad.
Dios tiene el tiempo de tu levantamiento. Dios tiene el tiempo de tu honra. Él lo tiene todo fríamente calculado. Entonces dice el Rey: Este es uno que yo quiero honrar. Y así el título de este mensaje: aquellos cuya honra desea el rey.

Todo eso era lo que Amán quería recibir. Este es el cambio de suerte: que la horca que Amán había preparado para Mardoqueo no sabía que era la horca que se iba a poner en su cuello, y que la honra que él deseaba era la honra que el rey deseaba para su siervo Mardoqueo. Tú vas a ser el que va a llevar la cuerdita y vas a pregonar delante de mi siervo Mardoqueo, y tú te vas a encargar de vestirle, de poner la corona, de montarle y de ir pregonando... Igual nos ha pasado a nosotros con el Diablo. LO QUE ÉL PRETENDÍA, ESA HONRA, NOS HA SIDO DADA EN CRISTO Y EL MAL QUE NOS DESEABA SERÁ SU DESTINO FINAL.

Y ahí va el enemigo, hermano, pregonando: Así se hará al hombre que el rey quiere honrar. ¿Cómo iría Mardoqueo con la corona, con la túnica, con la cabalgadura, siendo servido por aquél al que le habían obligado a postrarse y que era el enemigo que quería masacrar a todos los judíos? ¿Cómo iría Mardoqueo alabando a Dios? ¡Aleluya! ¡Gloria a ti, Señor! ¿Porque cuando nosotros nos dan honra, a quién le damos la honra? A Yahveh, al Dios de Israel, al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

ÁNIMO FINAL:
A veces haces cosas. Tú hazlo, no para el ojo ni para nadie. Hazlas de corazón, para el Señor. Que el Señor todo lo ve. Cualquier detallito.
Sé cómo los ángeles. Los ángeles no paran de hacer cosas a nuestro favor. Y tú no dices: “Me ayudó Miguel. Me ayudó Rafael. Me ayudó Gabriel...”. Tú no sabes qué Ángel fue. Y en última instancia, se le da la gloria a Dios. Y nosotros tenemos que ser igual. Hemos de ser siervos anónimos. Pero sabiendo que el Señor tiene sus crónicas reales y dice: ¿Qué han hecho por mi obra? ¿Y qué honra le hemos dado? Todavía nada. Pues tengo un tiempo para la recompensa. Y así, con cada uno de nosotros.
Dios desea... Somos la gente que Dios desea honrar. Cuando Dios ve tu integridad, cuando Dios ve que no mientes, cuando Dios ve que no te doblas. Cuando Dios ve que tú le sirves. Cuando Dios ve que tú te mantienes fiel. Cuando Dios ve todo eso, se está preparando la bendición para tu vida.

Dios está en el cielo y todo lo ve. Y a su tiempo el Señor nos va a dar la recompensa. En esto no hay acepción. Aman tuvo su recompensa. Mardoqueo tuvo su recompensa.
Aquellos cuya honra desea el rey. Yo voy a ser uno de esos. Amén.

CAPÍTULO SIETE: EL CAMBIO DE SUERTE

Y terminamos en el capítulo siete y versículo diez: “Así colgaron a Amán en la horca que él había hecho preparar para Mardoqueo. Y se apaciguó la ira del rey”.

El cambio de suerte, Purim. Es la fiesta que celebran los judíos, que, de ser Israel masacrado, acabó siendo Israel bendecido; de ser Amán honrado, Amán fue ahorcado. Y el judío Mardoqueo levantado.

La gente íntegra, la gente del secreto, la gente que Dios puede poner en lugares estratégicos porque es gente preparada va a ser usada y honrada por el Señor.