Escuchar "Agua Viva en el libro de Ester (parte 2)"
Síntesis del Episodio
CAPÍTULO TRES: UNA GUERRA DE GENERACIÓN EN GENERACIÓN
Capítulo tres, versículo cinco. “Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él. Y se llenó de ira”
¿Quién es este Amán? El nombre Amán significa ‘rabioso y el iracundo’. Así es. Él es hijo de Agag. Un agagueo, un descendiente de Agag. ‘Dominar’ significa el nombre Agag. ‘Enseñorear’. Y vio Amán que Mardoqueo, que era judío, ni se arrodillaba, ni se humillaba delante de él. Y se llenó de ira.
Aquí vamos a hablar de una guerra de generación en generación. ¿Por qué una guerra? ¿Por qué de generación en generación? Porque esto tiene su historia. Amán era amalecita. ¿Os acordáis de Amalec, que se opuso al trono de Dios, que se levantó contra el trono de Dios y dijo Dios, yo tendré una guerra contra Amalec de generación en generación? ¿No os acordáis de que cuando iba Israel por el desierto y los amalecitas se opusieron e hicieron guerra, y el espíritu era Amalec? Entonces hubo una guerra entre Israel y Amalec. ¿Os acordáis cuando Moisés mantenía las manos en alto y prevalecía Israel? Y dice Dios: “Yo tengo una guerra con ese espíritu de oposición a mi trono, ese espíritu enemigo. Yo tengo una guerra de generación en generación”.
Este Amán es amalecita. Pero es que además este Amán, es agagueo. Ahora mira esto. Qué interesante es que Mardoqueo es descendiente de Saúl y Amán es descendiente de Agag. Debemos ir para atrás y remontarnos a la historia de Saúl. Cuando Dios le dijo, por medio del profeta Samuel, que tenía que acabar con los amalecitas y Saúl desobedeció y dejó con vida lo mejor del rebaño, y dejó con vida al rey llamado Agag. Ahí es cuando Samuel le dice “¿tú no sabes que la obediencia es mejor que los sacrificios, y prestar atención a la voz de Dios es mejor que los holocaustos? ¿Por qué le has guardado la vida al rey Agag, tu enemigo? Por eso tú no sirves para ser rey”.
Generaciones después, tenemos ahora un segundo asalto, un nuevo enfrentamiento entre un descendiente de Agag, llamado Amán, amalecita, que quiere matar a todos los judíos, y un descendiente de Saúl, de la familia de Benjamín, de la familia de Cis y, por lo tanto, pariente de Saúl.
Escucha: lo que nosotros no vencemos lo dejamos como tarea pendiente a las siguientes generaciones. Por favor, ten en cuenta esto. Cuando David fue vencido por el pecado de la iniquidad sexual, les dejó esa guerra maldita a todos sus hijos, a generaciones y generaciones. Cuando Abraham fue vencido por la mentira, y mintió diciendo que Sara era su hermana y no su esposa, esa raíz de mentira luego la vemos en Isaac y en Jacob.
Lo que tú no venzas, y lo que tú permitas que te venza lo vas a dejar como una guerra para tus descendientes. Y, por el contrario, lo que tú le cortes la cabeza, lo que tú venzas, eso va a ser libertad para tus generaciones. ¿Entiendes? Cuando tú te dañas, estás dañando a tus generaciones espirituales y naturales. Si tú has heredado problemas de alcoholismo, si tú haces problemas de promiscuidad sexual, problemas de depresión, problemas de autoestima, problemas de temor, cualquier tipo de herencia que tus padres o tus ancestros no pudieron vencer es la hora de que tú lo venzas. Y él hará que tú lo venzas para decirle a tus hijos: “Hijo, yo te voy a dar una herencia de libertad, yo te voy a dar una herencia de victoria”.
Hay una guerra de generación en generación.
Cuando uno hace una lectura crítica del libro de Ester, puedes pensar, “este Mardoqueo, qué orgulloso, vaya un problema, porque cuando llegaba Amán, todo el mundo se postraba delante de Amán y Mardoqueo no se postraba”. No solamente porque él era un judío que sólo se postraba ante Dios, sino porque Mardoqueo sabía que ahí había un enemigo espiritual. Y que su ancestro, Saúl, por temor al hombre, había sido descalificado. Mardoqueo decía: “Yo no puedo suspender donde suspendió mi padre, o mi tatarabuelo, o mi abuelo. Yo debo tener más temor de Dios que temor del hombre. No me voy a inclinar ante él”. Y le presionaban día tras día para que se incline. Y él día tras día dice: “No lo voy a hacer. Voy a mantener firme”.
Entonces, ¿qué dice Amán? A ese lo voy a ahorcar, pero a todo su pueblo lo voy a masacrar. No me quedo contento solamente con matarlo a él. Yo quiero acabar con todos lo judío. ¿Qué había detrás? El espíritu de Amalec. Un genocidio. Porque hay una guerra de generación en generación entre el linaje de Dios y el linaje del diablo. El diablo, de alguna manera, mata, roba y destruye a todo el mundo, pero tiene especial saña contra Israel, porque es una nación amada por Dios y en pacto con Dios; y contra la Iglesia; son los grandes enemigos que sobran en el planeta Tierra.
Pero Dios está a favor de su pueblo. Con Dios somos mayoría. Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.
Ahora, nuestra guerra no es contra carne ni sangre. Ama a ese jefe. Pero ata el espíritu de Amalec. Yo sé lo que hay detrás. Es una guerra de generación en generación. Pero tú mantente firme. ¿Sabes qué? ¿Sabes cuál es la verdad? Que este Amán había ascendido en el trono y tenía la semilla de Amalec: antes o después, por un motivo u otro, iba a ir contra el pueblo de Israel.
Hermanos nuestros alrededor del mundo y por generaciones han dado su vida; el mismo Señor, y apóstoles y profetas. Así que bien orgullosos si por causa de Cristo nos rechazan o nos persiguen, o tenemos cualquier tipo de guerra en casa. Ya lo dijo Jesús: no he venido a traer paz, sino espada. Eso no es que detenga la espada, eso es que te está avisando.
Hermano, no te dobles. Sin perder la dignidad. Pero defiende los principios. Protejamos nuestras generaciones. Luchemos por la verdad. Por la causa de la humildad, de la justicia. No te dobles. Aunque parece que perdemos, porque al principio (aquí empieza el nudo) parece que Israel perdía. Pero Dios ya estaba Dios por delante, anticipándose en todas las cosas. Amén.
CAPÍTULO CUATRO: Y SI PEREZCO, QUE PEREZCA
Capítulo cuatro y verso 16: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día. Yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley. Y si perezco, que perezca”.
En la ley de los medios y los persas, si alguien venía a molestar al rey sin que el rey lo hubiera llamado, aunque fuese la reina, era culpable. Así de entrada era culpable de muerte. A no ser que el rey extendiese el cetro y absolviese esa vida. Entonces Ester tiene que ir a interceder por su pueblo. Mardoqueo le dice ¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?
Evidentemente sí. Era la gran hora de Ester. Entonces, le podía costar la vida. Dice: Ayunad por mí. Orad a Dios tres días por mí. Yo también lo voy a hacer. Y después voy a la presencia del rey. Y si perezco, que perezca.
Y aquí es donde yo veo, hermanos, que esta Ester tenía una entrega al propósito total. Sin temer a la muerte. Y eso es lo que Dios necesita en su iglesia hoy en día, que estemos de verdad entregados al propósito de Dios. Yo veo que estamos tan acomodados. Sí, yo soy cristiano, pero que no me pidan mucho. Sí, yo estoy dispuesto a obedecer al Señor. Pero hasta aquí. Y nos engañamos a nosotros mismos.
Cristo se entregó hasta la muerte. Cristo obedeció y se entregó por completo. No puedes seguir a Cristo si no tomas la cruz y le sigues; sino si no le amas más que todo. Tu cristianismo no es auténtico si no estás dispuesto a decir como Ester “y si perezco, que perezca”.
Pero si Dios me pide algo, tengo que estar dispuesto a decir: “Heme aquí, Señor, aunque sea sufrir o negarme, o perder en un momento dado mi comodidad”. Pero no, no quiero salir de mi área de confort. ¿Cómo Dios puede usar a su Ester así, si no estamos dispuestos a pagar un precio mínimo de buscarle en oración o de testificar, aunque nos vayan a rechazar? ¿De ser fieles y perseverar en la Iglesia? ¿Cuánto más si el Señor tiene planes más fuertes?
Dios dice: ¡Ay! ¡cuánto de Vasti! Todavía tengo aquí mucho de Vasti.
Tú sabes que Dios te ha puesto en un lugar clave: a trabajar en un lugar, naciste en una familia, estás en esta tierra. Y es que Dios coloca su fichas, mueve sus soldados, tiene sus estrategias, y tú eres parte de su ejército, tú eres parte de su estrategia. Pero ahora es necesario que tú le digas al Señor como Ester “Y si perezco, que perezca”.
Entrega total.
Capítulo tres, versículo cinco. “Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él. Y se llenó de ira”
¿Quién es este Amán? El nombre Amán significa ‘rabioso y el iracundo’. Así es. Él es hijo de Agag. Un agagueo, un descendiente de Agag. ‘Dominar’ significa el nombre Agag. ‘Enseñorear’. Y vio Amán que Mardoqueo, que era judío, ni se arrodillaba, ni se humillaba delante de él. Y se llenó de ira.
Aquí vamos a hablar de una guerra de generación en generación. ¿Por qué una guerra? ¿Por qué de generación en generación? Porque esto tiene su historia. Amán era amalecita. ¿Os acordáis de Amalec, que se opuso al trono de Dios, que se levantó contra el trono de Dios y dijo Dios, yo tendré una guerra contra Amalec de generación en generación? ¿No os acordáis de que cuando iba Israel por el desierto y los amalecitas se opusieron e hicieron guerra, y el espíritu era Amalec? Entonces hubo una guerra entre Israel y Amalec. ¿Os acordáis cuando Moisés mantenía las manos en alto y prevalecía Israel? Y dice Dios: “Yo tengo una guerra con ese espíritu de oposición a mi trono, ese espíritu enemigo. Yo tengo una guerra de generación en generación”.
Este Amán es amalecita. Pero es que además este Amán, es agagueo. Ahora mira esto. Qué interesante es que Mardoqueo es descendiente de Saúl y Amán es descendiente de Agag. Debemos ir para atrás y remontarnos a la historia de Saúl. Cuando Dios le dijo, por medio del profeta Samuel, que tenía que acabar con los amalecitas y Saúl desobedeció y dejó con vida lo mejor del rebaño, y dejó con vida al rey llamado Agag. Ahí es cuando Samuel le dice “¿tú no sabes que la obediencia es mejor que los sacrificios, y prestar atención a la voz de Dios es mejor que los holocaustos? ¿Por qué le has guardado la vida al rey Agag, tu enemigo? Por eso tú no sirves para ser rey”.
Generaciones después, tenemos ahora un segundo asalto, un nuevo enfrentamiento entre un descendiente de Agag, llamado Amán, amalecita, que quiere matar a todos los judíos, y un descendiente de Saúl, de la familia de Benjamín, de la familia de Cis y, por lo tanto, pariente de Saúl.
Escucha: lo que nosotros no vencemos lo dejamos como tarea pendiente a las siguientes generaciones. Por favor, ten en cuenta esto. Cuando David fue vencido por el pecado de la iniquidad sexual, les dejó esa guerra maldita a todos sus hijos, a generaciones y generaciones. Cuando Abraham fue vencido por la mentira, y mintió diciendo que Sara era su hermana y no su esposa, esa raíz de mentira luego la vemos en Isaac y en Jacob.
Lo que tú no venzas, y lo que tú permitas que te venza lo vas a dejar como una guerra para tus descendientes. Y, por el contrario, lo que tú le cortes la cabeza, lo que tú venzas, eso va a ser libertad para tus generaciones. ¿Entiendes? Cuando tú te dañas, estás dañando a tus generaciones espirituales y naturales. Si tú has heredado problemas de alcoholismo, si tú haces problemas de promiscuidad sexual, problemas de depresión, problemas de autoestima, problemas de temor, cualquier tipo de herencia que tus padres o tus ancestros no pudieron vencer es la hora de que tú lo venzas. Y él hará que tú lo venzas para decirle a tus hijos: “Hijo, yo te voy a dar una herencia de libertad, yo te voy a dar una herencia de victoria”.
Hay una guerra de generación en generación.
Cuando uno hace una lectura crítica del libro de Ester, puedes pensar, “este Mardoqueo, qué orgulloso, vaya un problema, porque cuando llegaba Amán, todo el mundo se postraba delante de Amán y Mardoqueo no se postraba”. No solamente porque él era un judío que sólo se postraba ante Dios, sino porque Mardoqueo sabía que ahí había un enemigo espiritual. Y que su ancestro, Saúl, por temor al hombre, había sido descalificado. Mardoqueo decía: “Yo no puedo suspender donde suspendió mi padre, o mi tatarabuelo, o mi abuelo. Yo debo tener más temor de Dios que temor del hombre. No me voy a inclinar ante él”. Y le presionaban día tras día para que se incline. Y él día tras día dice: “No lo voy a hacer. Voy a mantener firme”.
Entonces, ¿qué dice Amán? A ese lo voy a ahorcar, pero a todo su pueblo lo voy a masacrar. No me quedo contento solamente con matarlo a él. Yo quiero acabar con todos lo judío. ¿Qué había detrás? El espíritu de Amalec. Un genocidio. Porque hay una guerra de generación en generación entre el linaje de Dios y el linaje del diablo. El diablo, de alguna manera, mata, roba y destruye a todo el mundo, pero tiene especial saña contra Israel, porque es una nación amada por Dios y en pacto con Dios; y contra la Iglesia; son los grandes enemigos que sobran en el planeta Tierra.
Pero Dios está a favor de su pueblo. Con Dios somos mayoría. Mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo.
Ahora, nuestra guerra no es contra carne ni sangre. Ama a ese jefe. Pero ata el espíritu de Amalec. Yo sé lo que hay detrás. Es una guerra de generación en generación. Pero tú mantente firme. ¿Sabes qué? ¿Sabes cuál es la verdad? Que este Amán había ascendido en el trono y tenía la semilla de Amalec: antes o después, por un motivo u otro, iba a ir contra el pueblo de Israel.
Hermanos nuestros alrededor del mundo y por generaciones han dado su vida; el mismo Señor, y apóstoles y profetas. Así que bien orgullosos si por causa de Cristo nos rechazan o nos persiguen, o tenemos cualquier tipo de guerra en casa. Ya lo dijo Jesús: no he venido a traer paz, sino espada. Eso no es que detenga la espada, eso es que te está avisando.
Hermano, no te dobles. Sin perder la dignidad. Pero defiende los principios. Protejamos nuestras generaciones. Luchemos por la verdad. Por la causa de la humildad, de la justicia. No te dobles. Aunque parece que perdemos, porque al principio (aquí empieza el nudo) parece que Israel perdía. Pero Dios ya estaba Dios por delante, anticipándose en todas las cosas. Amén.
CAPÍTULO CUATRO: Y SI PEREZCO, QUE PEREZCA
Capítulo cuatro y verso 16: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día. Yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley. Y si perezco, que perezca”.
En la ley de los medios y los persas, si alguien venía a molestar al rey sin que el rey lo hubiera llamado, aunque fuese la reina, era culpable. Así de entrada era culpable de muerte. A no ser que el rey extendiese el cetro y absolviese esa vida. Entonces Ester tiene que ir a interceder por su pueblo. Mardoqueo le dice ¿Quién sabe si para esta hora has llegado al reino?
Evidentemente sí. Era la gran hora de Ester. Entonces, le podía costar la vida. Dice: Ayunad por mí. Orad a Dios tres días por mí. Yo también lo voy a hacer. Y después voy a la presencia del rey. Y si perezco, que perezca.
Y aquí es donde yo veo, hermanos, que esta Ester tenía una entrega al propósito total. Sin temer a la muerte. Y eso es lo que Dios necesita en su iglesia hoy en día, que estemos de verdad entregados al propósito de Dios. Yo veo que estamos tan acomodados. Sí, yo soy cristiano, pero que no me pidan mucho. Sí, yo estoy dispuesto a obedecer al Señor. Pero hasta aquí. Y nos engañamos a nosotros mismos.
Cristo se entregó hasta la muerte. Cristo obedeció y se entregó por completo. No puedes seguir a Cristo si no tomas la cruz y le sigues; sino si no le amas más que todo. Tu cristianismo no es auténtico si no estás dispuesto a decir como Ester “y si perezco, que perezca”.
Pero si Dios me pide algo, tengo que estar dispuesto a decir: “Heme aquí, Señor, aunque sea sufrir o negarme, o perder en un momento dado mi comodidad”. Pero no, no quiero salir de mi área de confort. ¿Cómo Dios puede usar a su Ester así, si no estamos dispuestos a pagar un precio mínimo de buscarle en oración o de testificar, aunque nos vayan a rechazar? ¿De ser fieles y perseverar en la Iglesia? ¿Cuánto más si el Señor tiene planes más fuertes?
Dios dice: ¡Ay! ¡cuánto de Vasti! Todavía tengo aquí mucho de Vasti.
Tú sabes que Dios te ha puesto en un lugar clave: a trabajar en un lugar, naciste en una familia, estás en esta tierra. Y es que Dios coloca su fichas, mueve sus soldados, tiene sus estrategias, y tú eres parte de su ejército, tú eres parte de su estrategia. Pero ahora es necesario que tú le digas al Señor como Ester “Y si perezco, que perezca”.
Entrega total.
Más episodios del podcast Juan Carlos Parra
Corazón para reinar
20/10/2025
Sobrellevad los unos las cargas de los otros
08/10/2025
La gran decisión
30/09/2025
Desertor o testigo
30/09/2025
La preciosa ofrenda de la atención
19/09/2025
Venciendo a Moloc
02/09/2025
La vida cristiana es ser un buscador
21/08/2025
Obedecedores (Escuderos #9)
17/07/2025
No me avergüenzo del evangelio
24/06/2025
ZARZA Somos ZARZA, la firma de prestigio que esta detras de los grandes proyectos en tecnología de la información.