Agua Viva en el libro de Ester (Parte 1)

29/06/2022 26 min
Agua Viva en el libro de Ester (Parte 1)

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Síntesis del Episodio

AGUA VIVA EN EL LIBRO DE ESTER (Parte 1):

El libro de Ester es uno de los libros más fáciles de leer de la Biblia, porque es toda una historia que se ha llevado a la gran pantalla, que se ha llevado a series, que tiene como en la buena literatura, introducción, nudo y desenlace. Una introducción donde se presentan los personajes, un nudo donde todo se complica. De manera que hay una espada de Damocles sobre el pueblo de Israel, sobre los judíos, que están en el tiempo de su cautiverio. Y el rey Asuero da permiso a un malvado para que sean exterminados, y parece que no hay solución posible hasta que llega el desenlace, el desenlace sobrenatural, divino. Solo Dios puede dar una salvación, como vemos aquí en el libro de Ester. Y me maravilla también cuando leo el libro de Ester y veo que Dios ya tenía todo preparado: antes del problema, la solución. ¡Cómo se anticipa Dios! Y si hablamos de una estrategia militar, él tiene estudiado los movimientos; de una partida de ajedrez, él ya ha colocado sus fichas estratégicamente.

Espero que haya leído el libro de Ester. Vamos a pasar un poquito por encima en esta historia. De cada capítulo extraeremos una verdad o una enseñanza.

CAPÍTULO 1: SE ACABÓ EL TIEMPO DE VASTI

Capítulo uno y verso 19. “Si parece bien al rey, salga un decreto real de Vuestra Majestad y se escriba entre las leyes de Persia y de Media, para que no sea quebrantado, que Vasti no venga más delante del rey Asuero, y el rey haga reina a otra que sea mejor que ella”.

Terminó el tiempo de Vasti.
Ella fue una mujer muy honrada. La reina de un rey que era más que un rey, era un emperador. Un rey de reyes que gobernaba sobre muchas provincias. Además, era una mujer bella. Tenía su propio palacio. Tenía sus propios sirvientes y sirvientas. Y cuando llega el momento en que el rey quiere presentar, en el gran día de la fiesta, el día final, a su reina, para que todos puedan ver qué afortunado es el rey Asuero, por estar casado con una mujer de ese calibre, ella dice que no; que no va a ir; que ella se queda en su propia fiesta. Una fiesta que había organizado Vasti aparte de la fiesta del Rey.
Indudablemente, la fiesta de Asuero se viene abajo. Esto hace que toda la alegría del rey acabe. Y en su lugar, la ira se enciende en el corazón de Asuero, al punto que toma consejo de los sabios: ¿Qué hacemos con esto que ha pasado? Y responden: “Mire esto: Si usted no toma medidas, esta deshonra va a debilitar el reino y va a afectar incluso a las familias. Entonces, usted tiene que afirmar el reino. Y sería conveniente, Majestad, que busque para sí otra reina que sea digna de esa posición o digna de esa honra de estar casada con el emperador”. Y le pareció bien al rey.
Vasti representa, para nosotros, algo muy feo. Vasti representa a alguien que cuando el rey convoca, no obedece y no responde al llamar. Alguien que tiene su fiesta aparte, alguien que tiene una gloria y una belleza, pero es vanagloria, porque en vez de usarla para el propósito del reino, la usa para su propio beneficio.
Vasti representa algo que está en el hombre. En cada uno de nosotros hay un poco de Vasti: en nuestra carne. Hay un poco de desobediencia, de buscar nuestra conveniencia, de hacer nuestra propia fiesta, de querer hacer nuestra santa voluntad. Que no es santa, por cierto. Tenemos ese germen, ese veneno que hemos heredado de Adán, del pecado, de que fácil nos ensoberbecemos y nos podemos llenar de altivez.
Se acabó el tiempo de Vasti, se acabó el tiempo de la carne, se acabó el tiempo del pecado, se acabó el tiempo de todo eso que indigna a Dios, que no honra a Dios y que no le glorifica.

Es necesario un reemplazo, es necesario que otra naturaleza comience a reinar: la naturaleza de Cristo. Cristo tuvo otra naturaleza. Brilló para la gloria del Padre. En todo obedeció al Padre. Siempre estaba dispuesto para el Padre. Cuando el Padre le llama, “Hijo, ven que te quiero enviar”, el Hijo dice, “Heme aquí”. Solícito, ya que la obediencia tardía no es obediencia.
La obediencia del Hijo es una obediencia pronta, siempre con diligencia. ¡Qué diferente a Vasti! Jesús no tuvo su fiesta aparte. Él buscó la gloria del Padre y Él preparó la fiesta para el Padre, la fiesta de la salvación, dando hijos al Padre que ahora estamos delante de Dios, proclamando su gloria y adorándole.
Esa es la naturaleza que hemos recibido ahora. Una nueva herencia: la naturaleza de Cristo, que es la que debe reinar. “Ya no reine”, dice Romanos, “el pecado en vosotros, sino que reine la gracia”. Que reine el Espíritu.
Hay una iglesia Vasti que se tiene que acabar. Que se acabe el tiempo de Vasti.

Ejemplos de Vasti:
- Cuando Dios nos llama y nos hace santa convocación y no venimos: Vasti.
- Cuando no le damos la gloria debida a Dios.
- Cuando Dios nos invita a su fiesta y nosotros estamos en nuestra propia fiesta.

El Señor nos llama, nos necesita. Hay una urgencia. Dios quiere mostrar a su iglesia en medio de este mundo y que nosotros brillemos. Ya Cristo no está. Estamos nosotros para brillar con la gloria de Cristo. Él quiere mostrar a su reina que tiene otras características.

De cada capítulo extraeremos una verdad o una enseñanza.

CAPÍTULO 1: SE ACABÓ EL TIEMPO DE VASTI

CAPÍTULO DOS: LA DIGNIDAD DE ESTER

Capítulo 2 y versículo 16. “Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado”.

Llegó el tiempo de Ester. Ya no Vasti. Llegó el tiempo de Ester.

Sabes el nombre Ester literalmente es ‘estar escondida’. Y, verdaderamente, vemos que Ester está escondida hasta que llega el momento cuando el Señor la coloca donde la necesita. Y mientras, Ester ha estado escondida; Ester ha estado preparándose.
Ella se dejó preparar por Dios, estuvo escondida, pero no malgastó el tiempo. Quizás hubiese tenido excusas de sobra para ser una joven amargada y de poco valor. ¿Por qué? Porque era una cautiva más, llevada a una tierra extranjera, una ciudadana de segunda, una emigrante o, desde el punto de vista de los medos y los persas, una inmigrante que, además, había quedado huérfana de padre y de madre (tragedia) y que además había sido criada por un primo, llamado Mardoqueo.
Entonces, quizás Ester podía haber sido una pobre Cenicienta: una jovencita que se lamenta y hace, de todos esos traumas, de todos esos problemas, una excusa para no servir.
Pero hay algo que debemos entender: cuánto más difícil es tu vida, más Dios te prepara. Cuánto más difícil es el proceso, más grande es el propósito del Señor. Y no hay problemas para Dios más allá de la dureza del corazón. Ese es el gran problema para Dios.
Para Él no importa si eres inmigrante, no importa si te has quedado huérfano, no importa si en tu infancia ha sido duro y te ha faltado el amor, el cariño y el abrazo. No importa que te consideren como alguien de segunda clase, no importa nada de eso. Somos hijos de Dios. Ester era judía. Era una hija de Dios. Tenía pacto con el Dios de Israel. Aunque padre y madre me abandonare, con todo, Jehová me recogerá. Era parte de un linaje escogido, real sacerdocio, un pueblo santo para Dios.
Y Ester estuvo escondida. Pero algo bello hizo Dios en ella. La vemos una joven virtuosa. La vemos una joven humilde, a pesar de que era muy bella. La vemos una joven que supo honrar a su primo. Y ella estuvo sometida. Estuvo honrando. Y se fue formando como una joven educada, como una joven trabajadora y como una joven que sabía obedecer instrucción. Y como una joven que sabía caminar bajo autoridad, que sabía caminar bajo paternidad. Y Dios la puede poner en autoridad como reina.
Oiga, nunca Dios te va a poner en autoridad si no sabes caminar bajo autoridad. No vas a ser buena paternidad si no sabes ser un buen hijo. No te va a dar honra si no sabes honrar. Son principios del Reino de Dios.
A la postre, el que gana es Dios. ¿Por qué? Porque lo fácil no muestra la gloria de Dios. Lo difícil muestra la gloria de Dios. Lo imposible muestra la gloria de Dios. Así que considerad, hermanos, vuestro llamamiento, dice el apóstol Pablo. No hubo muchos sabios, ni poderosos ni ricos ni nobles, sino considerad que Dios ha escogido lo pobre, lo vil, lo menospreciado, lo débil, lo que no es, para avergonzar a lo grande, para que nadie se jacte delante de Dios y toda la gloria sea a Él.
Dios escogió entre todas las mujeres. Y eso dice: ahora verás lo que yo soy capaz de hacer con esta huerfanita.
Si eres fiel en lo poco, Dios te prepara para ponerte en un poco más. José fue fiel en la cárcel y Dios lo puso en el trono. Ester fue fiel en su casa con Mardoqueo. Dios la puso al lado del rey. Reina de los medos y los persas. Tú no sabes para qué te está preparando Dios. Tú no sabes qué puerta puede abrir Dios. Tú no sabes de qué manera el Señor está trabajando en. Ester fue colocada en una manera estratégica. Reemplazó a Vasti.
Ester estuvo escondida. Escondida en el anonimato. Nadie la veía, pero estaba creciendo. Estaba formándose. Y Jesús igual. A los 12 años tenemos una fotografía de él. Pero, por lo demás, de sus 30 primeros años escondido. Pero estuvo igual que Ester: sujeto a sus padres. Pegadito a la Palabra de Dios. Llenándose de Dios, trabajando, aprendiendo a ser responsable como hermano, como ciudadano, como judío, como carpintero, como vecino. Y cuando aparece con 30 años ¿qué dice Dios? Este es mi Hijo amado, en el que tengo contentamiento. Y Dios lo podía usar.
¿Te podría levantar y usar Dios? Que cada decisión que tomemos, que cada paso que demos, lo demos para agradar a Dios. De manera que Dios diga: ahí tengo un hijo mío, amado, en el que estoy contento, ahí tengo una hija, mi amada, y yo estoy contento con ella.

He escogido este versículo porque me encanta el lenguaje tipológico y de números de la Biblia. Fue, pues, llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo: es perfección. ¿Y en qué año? En el año séptimo. Plenitud.

Ahora bien, no solamente la seleccionan, sino que estuvo un año en mirra, en perfumes, preparándose, y entonces llegó el punto que estaba madura. Igualmente, toda la vida del cristiano es una preparación. Siempre nos estamos preparando, porque tú no sabes cuándo llega tu gran día. Tú no sabes de qué manera el Señor te puede usar. Y te usa hoy el Señor y te sigues preparando, de manera que lleguemos a plenitud, a madurez, a perfección.
Hay muchas cosas que Dios está trabajando en mí. ¿Cuántos están en la escuela del Espíritu? Hay muchas cosas que Dios está confrontando y Dios nos mete mirra. La mirra abre los poros y te purifica. Y el Señor muchas veces te abre el corazón para que vea las cosas que están feas y que salgan las impurezas, y que te pueda penetrar la unción y que te pueda penetrar el perfume.
Estaba preparada, preciosa. Así Dios quiere a la iglesia. Él está perfeccionando a la iglesia para que sea una iglesia sin mancha, sin arruga, gloriosa, una iglesia digna del Rey.

Se acabó el tiempo de Vasti, llegó el tiempo de Ester.
Y en nuestra vida esto representa lo de Cristo. La naturaleza nueva. Ester, si tiene gloria, no es para brillar ella, sino para que brille Dios: para la gloria de Dios, para el propósito de Dios.

A Ester la vemos obediente: primero a Mardoqueo y luego al eunuco. Cuando se tiene que vestir no elige ella la vestidura, sino que muy sabia le dice: “Tú conoces al rey, ¿cuáles son los gustos del rey? Vísteme tu”. Eso representa la obediencia al Espíritu Santo. Que tú le digas al Espíritu Santo: Espíritu Santo, tú sabes lo que le gusta a Cristo. Cámbiame, embelléceme, adórname.

Qué diferente Ester a Vasti. No es solamente obediente para ir a la presencia del rey cuando es llamada, cuando le toca el día, sino que Ester va cuando no es llamada. Ester sabía dónde estaba el secreto de la liberación y de la victoria: en ir a Dios. Tres días en ayuno, en oración y después ir ante el Rey para interceder.
Esa es la iglesia que el Señor está levantando. Una iglesia del secreto. Una iglesia que ayuna, que ora. Una iglesia que va a buscar a Dios, aunque Dios no me tenga que convocar solemnemente, porque es mi estilo de vida. Pero si Dios me convoca solemnemente, más voy a estar ahí.

Vamos a ser más Ester y menos Vasti.