Hoy es 15 de agosto. Mientras este país se detiene, miles de vecinos, de voluntarios y de trabajadores con vocación pública viven en la excepcionalidad del fuego, que tiene una dimensión catastrófica. Fue en Zamora donde escuchamos hace tres años, con el fuego de la sierra de la culebra, lo que toca volver a decir ahora: que toda esta atención por una catástrofe cuya dimensión real cuesta imaginar servirá de poco si, cuando acabe el verano y vuelva la normalidad, nadie se acuerda de lo que ocurre allí. Porque lo que más dicen los vecinos es que esto que ha pasado ahora, ellos, ya lo vieron venir. 

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