En diciembre de 1931, ir al Estadio Nacional, construido por José Vasconcelos en 1924, era todavía ir a las afueras de la ciudad de México, a pocos metros del río de La Piedad. Hasta allá, varios miles de estudiantes de primaria fueron llevados por la SEP para atestiguar una peculiar escena teatral: actores caracterizados como indígenas prehispánicos escoltaban a otro disfrazado del dios Quetzalcóatl. Luego, vieron cómo los Reyes Magos —sí, los Reyes Magos— y Santa Claus se inclinaban ante la serpiente emplumada y le dejaban la chamba de obsequiar a los niños en las fiestas navideñas. Al final, los escolares recibieron juguetes, golosinas y bonitos suéteres rojos. El causante de la puntada, que nunca se volvió a repetir, no acompañaba al presidente Ortiz Rubio ni a su esposa. Tenía casi un mes ocupando el puesto de Gobernador de Baja California.
Historia en Vivo explica los detalles de la fallida decisión de la SEP.

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