CLASE DISCIPULAR 2 - LAS RECOMPENSAS DEL DISCIPULADO

23/10/2019 8 min Temporada 1 Episodio 2

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Síntesis del Episodio

Antes de emprender el viaje de ser un discípulo del Señor, debemos responder algunas preguntas importantes. Evaluar los costos de un viaje sólo tiene sentido si se tiene en claro la recompensa. Si la recompensa es alta, se estará dispuesto a pagar el costo para alcanzarlo. ¿Qué tipo de recompensa hará que usted esté dispuesto a dejarlo todo?
Ø Un verdadero discípulo es una persona apasionada por ver a Cristo expresado en su propia vida y en otros.
Ø Un discípulo del Señor es aquel que ha podido ver (al menos en parte) la grandeza de las recompensas que Dios a preparado para aquellos que alcanzan la meta que él les ha propuesto.
Ø Discipulado no tiene que ver con dejar a Dios participar de nuestras vidas.
Ø Discipulado tiene que ver directamente con participar del Propósito Eterno de Dios.
Ø No es dejar a Dios entrar en nuestros negocios.
Ø Es ser absorbidos completamente por los negocios del Padre y dejar que Sus Negocios absorban los nuestros.
Lucas 14:25-33 dice: “Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: (26) Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. (27) Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. (28) Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? (29) No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, (30) diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. (31) ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? (32) Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. (33) Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
El inicio de un verdadero camino a la madurez espiritual es la revelación de la calidad, grandeza y gloria de las recompensas que nos han sido propuestas por el Señor. Esta es una gran noticia: podemos ser partícipes del evangelio y no sólo beneficiarios (1 Pedro 5; 1 Corintios 9:23, Mateo 26:13).
Al revelarse a nuestras vidas las recompensas eternas que nos han sido propuestas, comienza en el corazón a producirse un menosprecio y renuncia a las metas y recompensas humanas y temporales que antes nos tenían atrapados.