La forma y calidad de este segundo templo era inferior comparado con el templo de Salomón y esto se convirtió en una razón suficiente para el desaliento, ellos habían trabajado un mes aproximadamente, quizás habían colocado ya algunos cimientos de la casa y estaban iniciando construcción en algunas áreas. Indudablemente su obediencia y ánimo que habían recibido de Dios les motivaba en gran manera “… Yo estoy con vosotros…” (1:13). Es tremendo porque de quienes vino este comentario fue de los ancianos que habían conocido el primer templo, es decir eran personas de entre 80 y 90 años (recordemos que el cautiverio duro 70 años). Los jóvenes que estaban construyendo este nuevo templo no tenían nada contra que comparar en su mente, así que lo hacían como mucho ánimo, pero su ánimo fue echado abajo por los ancianos que comparaban a este templo con un gran templo que en forma y arquitectura era superior y no digamos en joyas, oro y plata.

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