En los 200 años desde la Primera Visión de José Smith, Dios ha seguido dando “revelación tras revelación, conocimiento sobre conocimiento” a los líderes de Su Iglesia (Doctrina y Convenios 42:61). En algunos casos, la revelación indicó a los líderes de la Iglesia que hicieran cambios a las normas y prácticas de la Iglesia, “según [la] voluntad [del Señor], acomodando sus misericordias a las condiciones de los hijos de los hombres” (Doctrina y Convenios 46:15). Las Declaraciones Oficiales 1 y 2 representan ese tipo de revelación: una llevó a dar fin a la práctica del matrimonio plural, y la otra puso las bendiciones del sacerdocio, incluidas las del templo, a disposición de las personas de todas las razas. Cambios como esos son parte de lo que significa tener una “iglesia verdadera y viviente” (Doctrina y Convenios 1:30), con un profeta verdadero y viviente.  También hay cosas que no cambian: las verdades fundamentales y eternas. A veces el propósito de la revelación es arrojar luz adicional sobre esas verdades, ayudándonos a verlas con mayor claridad. Los Artículos de Fe —las trece declaraciones concisas de José Smith sobre lo que los Santos de los Últimos Días creen— parecen cumplir con ese propósito esclarecedor. Ambos tipos de revelación guían y bendicen a la Iglesia, una Iglesia que está sólidamente fundada en verdades eternas, pero que sin embargo es capaz de crecer y cambiar conforme el Señor aumenta nuestro entendimiento para ayudarnos a afrontar los desafíos de la actualidad. En otras palabras: “Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios” (Artículos de Fe 1:9).

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