"Metafóricamente, -nos hablan nuestros psicólogos acerca de una filosofía en que todos somos creadores- pareciera que el conjunto de emociones en una persona, constituyen una especie de fuego, una energía potente que se vive de manera particular y es capaz de envolver, proteger, atrapar, pasar a llevar, entre otras cosas a otras personas, dependiendo también de las características del fuego que estos receptores posean.
El fuego interno pareciera ser lo que alimenta nuestra casa, lo que mantiene calefaccionado en invierno, así también, lo que nos permite preparar nuestros alimentos; en el fondo nos permite acoger sentimientos cómodos y darnos energía para movilizarnos. De ahí, que el fuego sea el elemento que se encarga de nuestra pasíon, de nuestra forma de dar vida y recibir afecto, cariño, de cuidar al otro/a y permitir sentirnos cuidados, protegidos, seguros, amar; en definitiva, nos permite no morir.

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