No te acostumbres
Amor
al tacto inerte de la pantalla
fría,
al  vacío amargo
después de colgar.
No te acostumbres.
Al eco metálico
de mi voz grabada.
A ese beso al aire
que no
desemboca en piel.
A la primavera
congelada
hasta quién sabe
cuándo.
No.
No te acostumbres.
Pueden los bordes de tu almohada
olvidar
la textura de mis sueños,
y morir
de soledad tu cepillo de dientes
en mi lavabo.
Ya pueden plastificar
las calles y las almas.
Desinfectar
las ciudades de alegría.
Pueden decretar
mil estados de alarma
y ansiedad.
Y vendernos
un futuro aséptico y virtual.
Pero no te acostumbres
Amor.
Que mis poros
son agujeros negros de calor.
Mis labios anhelan
comisuras.
Mi mirada sólo descansa
cuando encuentra, al fondo de ti,
el brillo de tu retina.
Por favor, no te acostumbres
al desierto
de tu isla.
Amor.
Estamos hechos
de caricias.

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