Pocas cosas son tan molestas, desconcertantes o tristes, como cuando esperamos encontrar algo en un lugar, algo que sabemos que está ahí, o que debería estar ahí, y cuando lo buscamos con toda la seguridad, toda la ilusión y todo el guille del mundo, NO está.Nos produce incertidumbre, desasosiego, nos sentimos desfallecer, particularmente si es un hijo o una hija, algún ser amado. Se nos viene el mundo abajo cuando vamos a recoger un hijo al lugar donde se supone que esté, y no aparece.Esto no solo sucede con personas, también sucede con objetos de alto valor económico o sentimental.En lo espiritual también sucede, aunque sabemos que Cristo vive en nosotros mediante su Espíritu Santo, no es menos cierto que, en ocasiones. pareciera que no está por ningún sitio. Hay veces que oramos y “buscamos su presencia”, pero todo luce como si El no estuviera. No porque Él se haya ido o alejado, sino que hace silencio, y/o nuestra percepción, motivación o dolor nos impiden verlo.En esta ocasión voy a compartir algunos casos donde las personas buscaron a Jesús y NO lo encontraron."Recuerda que Dios no quiere remendar tu vida, El quiere darte una nueva, abundante y llena de significado, que lo manifieste a El en todo lo que hagas".

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