El Espíritu Santo trabaja en los corazones de aquellos que han sido llamados por Dios desde la eternidad, y sobre quienes va a actuar llevando a cabo un milagro: el de hacer que alguien que era enemigo de Dios, que no quería saber nada de Él ni del evangelio, que lo aborrecía con todas sus fuerzas, pueda ser llevado a entender y comprender al Dios trino, quien por medio de la fe de Cristo que le es otorgada, quien por medio del don del arrepentimiento que le es dado, pueda reconocer su situación delante de Dios y buscar en Cristo el oportuno socorro. Quien antes estaba muerto, ahora vive, quien antes estaba ciego, ahora ve. Esto es lo que hace el Espíritu Santo. Convence de pecado, justicia y juicio a aquel a quien va a salvar y lo lleva a Cristo.

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