El director discutía una nueva resolución con los trabajadores y en el auditorio un timbre de celular interrumpió la reunión. El dueño decidió molestar como si nadie lo escuchara y a nadie molestara, y todos se enteraron de sus asuntos personales porque el maleducado, además de no tener el teléfono apagado o en vibración, no se inmutó por pararse del asiento para hablar afuera.
En la funeraria los familiares se reúnen para dar el último adiós a un ser querido, y mientras estos lloran, suena el móvil de un vecino allí presente con un tono totalmente fuera de lugar.

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