El pasado tiene una forma sutil de aferrarse a nuestra mente, como una sombra que se proyecta incluso en los días más soleados. A menudo, nos encontramos reviviendo momentos que ya no podemos cambiar, palabras que ya fueron dichas, decisiones que ya fueron tomadas. Esta constante repetición mental nos roba la paz y nos impide disfrutar del presente. Pero Dios nos llama a vivir en el ahora, a soltar lo que ya no podemos controlar y a confiar en que Él tiene un propósito mayor para cada etapa de nuestra vida.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.

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