Llegó dos veces a la última fase y las dos le dijeron que no. Ricardo Ten no tuvo nada fácil sacarse el carnet de conducir. Él se veía más que capaz, pero un gran ‘no’ estaba sobre la mesa y parecía difícil moverlo. Aquel bache, sin embargo, nunca consiguió pararle, como tampoco lo ha conseguido nunca ningún otro desde que a los ocho años le amputaran dos brazos y una pierna. Este deportista valenciano estuvo dos décadas dedicando sus días a la piscina y conquistó el mundo de la natación tras tres oros paralímpicos y siete títulos mundiales. Pero un día, saltando baches, en este caso el de la motivación, cambió el bañador por el maillot y pronto logró tocar lo más alto de su nuevo deporte: el ciclismo. Ahora, a sus 48, acumula 28 medallas como gran estrella del ciclismo paralímpico. Seis de ellas, de las que tres son oro, las ha conseguido este mismo verano en Glasgow. Pese a todo este palmarés, quizá hayas escuchado su nombre por recibir un reloj como regalo sin tener muñecas para colocárselo. Su respuesta ante aquel revuelo fue en la línea que define su personalidad. ‘Ricardo, ¿qué hora es?’, le preguntaban entre risas. ‘La hora del campeón del mundo’, respondía.
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