Romanos 7:22-25
🍃 El apóstol Pablo sabe que su nueva naturaleza se deleita en la ley de Dios, el deseo genuino del hombre interior es agradar a Dios que lo regeneró, lo redimió. Pero al intentar hacerlo con sus propias fuerzas descubre que la ley de sus miembros, su carne, quiere seguir en control buscando pecar, y en medio de su impotencia, agotado en un esfuerzo sin éxito por agradar a Dios, cumplir Su ley con sus fuerzas, exclama ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Pablo está desesperado, anhelando ser libertado.

✍🏻 Spurgeon comenta que “era costumbre de los antiguos tiranos, cuando deseaban someter a los hombres a los castigos más terribles, atarles un cadáver, poniéndolo en su espalda; y allí estaba el hombre vivo con un cuerpo muerto atado a él, descomponiéndose, corrompiéndose, y este debía arrastrarlo a cualquier lugar que fuera. Ahora, esto es lo que el cristiano debe hacer: Él tiene dentro de él la nueva vida, tiene un principio viviente e inmortal, que el Espíritu Santo ha puesto en él, pero siente que cada día debe arrastrar consigo este cuerpo muerto, este cadáver, algo tan repugnante, tan horrible, tan abominable para su nueva vida, como un cadáver muerto y apestoso lo sería para un hombre vivo”

📜 Pablo nos enseña que aunque la ley es buena y gloriosa, no puede salvarnos, necesitamos de un Salvador. Y ¡gracias a Dios por Jesucristo, nuestro Señor y glorioso Salvador! Él ya venció, en Él tenemos la victoria sobre el pecado.

🙇🏻‍♀️ La lucha continuará mientras estemos en este cuerpo, pero en Cristo, en Dios, sumergidos en Su presencia, podremos crecer en el proceso de santificación por el poder del Espíritu Santo, y vivir en victoria.

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