🛐 “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?” Es la exclamación del salmista en el Salmo 42:5a, cuando siente como su vida transcurre en medio de la tempestad, como si las olas de la aflicción en una especie de tromba marina se levantan en su contra. ¿Por qué te angustias, oh alma mía, por qué te turbas, cuál es la razón que te aqueja?

🔥 Cuán difícil puede ser el crisol de la prueba y con cuánta frecuencia nos angustiamos y desesperamos en el proceso, pero el salmista aquieta su alma, le dice “Espera en Dios: porque aún he de alabarle. Salvación mía y Dios mío”, en el v.5b, y recuerda las liberaciones pasadas, las victorias, la comunión, la exaltación a Dios en el tiempo de bonanza. Él es nuestra salvación, nuestro Dios, que trae reposo y paz.

🙏🏻 Cuando el alma está abatida, angustiada, desesperada, desesperanzada, no hay mejor refrigerio que la presencia de Dios. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Sal 42:1-2a). Anhelar la presencia del único Dios vivo, del Eterno, Soberano, aquieta nuestros pensamientos, confiar en Él, en su soberanía y poder, proporciona la paz que sobrepasa todo entendimiento.

🙇🏻‍♀️ La misericordia de Dios se renueva cada mañana, Él es la Roca eterna de nuestra salvación. ¿Por qué te abates, oh alma mía? He decidido esperar en Él y alabarle aún en medio de la tempestad.

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