Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
S. Mateo 5:14‭-‬16 RVR1960
Alumbramos porque ardemos Y porqué ardemos, alumbramos
Nuestra manera de vivir refleja lo que hay en nosotros, si luz o tinieblas. La luz alumbra las tinieblas y las expone, no puedo acostumbrarme a vivir en la penumbra porque ellas se volverán un círculo que envolverá mi vida y no me dejara salir o avanzar , somos llamados a ser esas lámparas  que arden en su interior  y alumbran, llamados a vivir de tal manera que todos puedan ver la luz de Cristo que emana de nosotros. En la vida enfrentamos diferentes situaciones, unas buenas  y otras no tan buenas. Cualquiera que sea la situación, estemos en un valle de sombra de muerte o en espacios de fe y bonanza, Cristo sigue estando en nosotros. Su luz no se apaga, su luz es permanente.
El nos dice levántate y resplandece no te quedes caído.
Por eso, debemos ser esas lámpara ubicadas sobre la mesa, en el lugar que puede alumbrar y no debajo de ella.  Para ello es necesario que conozcamos que nuestra luz no es luz propia. Debemos tener claro que nuestro resplandor viene del rostro de Dios, es Su bendición y favor, esa capacidad de brillar se debe exclusivamente a la presencia de Cristo en nosotros. 

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