Escuchar "27. Merlín el Mago"
Síntesis del Episodio
El pequeño Arturo se queda bajo el cuidado del gran Mago Merlín, una aventura que os encantará...
Hace mucho mucho tiempo, cuando los reinos de Inglaterra batallaban unos contra otros, nació el pequeño Arturo, hijo del Rey Uther.
La mamá del niño murió cuando Arturo era sólo un bebé y el Rey se sumió en una enorme tristeza y entregó a Arturo al Mago Merlín, para que lo educara y le enseñara toda su sabiduría.
El Mago Merlín, que era muy sabio y precavido, decidió llevar al pequeño Arturo al castillo de un noble vecino suyo que tenía un único hijo de la misma edad que Arturo, llamado Alfonso, y le pidió que lo criara como si fuese suyo, que le cuidara y nunca les contó quien era en realidad el padre de Arturo.
Y así fue. Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas.
Ambos niños crecieron felices y sanos, pero años más tarde, cuando Arturo y Alfonso ya eran más mayores, el Rey Uther murió, y el pueblo de Inglaterra le pidió al gran mago Merlín que encontrase un sucesor.
Arturo era el legítimo rey de Inglaterra, pero Merlín aún tenía otros planes para el joven, por lo que, con el fin de que pasase un poco más de tiempo antes de proclamar al Rey, Merlín hundió una espada mágica en una roca y exclamó frente a los habitantes del reino:
– Esta es la magnífica y mágica espada Excalibur.
Aquel que logre sacarla de la roca, será coronado como el próximo Rey de Inglaterra.
Después, volvió junto a Arturo, del cual se hizo cargo, y le educó en el arte de la magia y la naturaleza con el fin de prepararlo para gobernar.
Así, pasaron los años y, mientras Arturo crecía más fuerte y sabio, fueron cientos los hombres que intentaron sacar la espada de la piedra, pero nadie lo consiguió nunca.
Poco a poco, con el paso del tiempo, la historia de la espada se fue olvidando, y los nobles y caballeros fueron dejando de visitar el lugar donde se encontraba, mientras la paz que el Rey Uther había logrado mantener iba desapareciendo.
Un día, Arturo acompañó a la ciudad a Alfonso, a un torneo de caballeros.
Todo estaba listo, pero llegado el momento de empezar la competición, el joven Arturo recordó que no había cogido la espada que le habían mandado traer para su hermano.
– ¡Dios mío, qué despiste!, Alfonso se va a enfadar muchísimo – exclamó Arturo en sus pensamientos.
Salió corriendo, vagando de un lugar a otro a toda prisa sin saber cómo salir del entuerto, hasta que llegó a un pequeño patio vacío, donde en el suelo yacía una enorme roca.
Fue entonces cuando Arturo vio un brillo plateado en la cima, y para su asombro, cuanto retiró el musgo que cubría aquel estaño objeto se dio cuenta de que ¡se trataba de una espada!
– Aquí está mi salvación, a Alfonso le encantará - pensó Arturo más tranquilo
Y aunque desde fuera parecía una espada muy pesada, Arturo la sacó de la piedra sin dificultad y volvió a toda prisa al torneo donde lo esperaban.
– ¡No empiecen aún el torneo!, aquí tengo la espada de mi hermano Alfonso – exclamó Arturo ante el asombro de todos y sin saber lo que estaba sucediendo.
Nadie podía creérselo. Al llegar, Arturo relató su hazaña sin saber la importancia que tenía. Él solo había encontrado una espada abandonada en un pequeño patio, sobre una roca….
Tanto Alfonso como su padre, y el resto del pueblo, sabían que esa espada era la indicada, pero decidieron comprobarlo y acompañaron a Arturo hasta la roca para verlo con sus propios ojos.
– ¿Lo veis? – dijo Arturo – aquí la encontré
El joven introdujo la espada tal y como la había encontrado y muchos de los allí presentes intentaron sacarla después, pero les fue imposible. Arturo se acercó a ella, y una vez más, la logró sacar sin mucho esfuerzo.
Ante la sorpresa de todos la levantó y en ese momento apareció el gran mago Merlín que, con una sonrisa de orgullo, proclamando sin ninguna duda al legítimo Rey de Inglaterra.
- Arturo, no te lo creerás, pero ha llegado el momento de contarte la verdad - dijo Merlín mirándole a los ojos - yo mismo introduje la espada mágica en la roca.
Sólo el verdadero rey de Inglaterra será capaz de sacarla, y ese hombre eres tú.
– ¡Arturo!, ¡Rey!, ¡Arturo! !, ¡Rey! – Gritaban todos.
Todos los habitantes del reino se alegraron mucho de la noticia, y el joven fue coronado Rey de Inglaterra y, para conseguir la paz por muchos años más.
Reunió a los mejores caballeros del reino, entre ellos Alfonso, alrededor de una gran mesa redonda para proteger y mantener la paz de su pueblo.
Arturo se casó con la princesa Ginebra y, con su ayuda y la de sus caballeros, consiguió mantener la felicidad del reino más de lo que su padre pudo lograr, pero siempre con su querido mago Merlín a su lado como consejero.
Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado
Hace mucho mucho tiempo, cuando los reinos de Inglaterra batallaban unos contra otros, nació el pequeño Arturo, hijo del Rey Uther.
La mamá del niño murió cuando Arturo era sólo un bebé y el Rey se sumió en una enorme tristeza y entregó a Arturo al Mago Merlín, para que lo educara y le enseñara toda su sabiduría.
El Mago Merlín, que era muy sabio y precavido, decidió llevar al pequeño Arturo al castillo de un noble vecino suyo que tenía un único hijo de la misma edad que Arturo, llamado Alfonso, y le pidió que lo criara como si fuese suyo, que le cuidara y nunca les contó quien era en realidad el padre de Arturo.
Y así fue. Cada día Merlín explicaba al pequeño Arturo todas las ciencias conocidas y, como era mago, incluso le enseñaba algunas cosas de las ciencias del futuro y ciertas fórmulas mágicas.
Ambos niños crecieron felices y sanos, pero años más tarde, cuando Arturo y Alfonso ya eran más mayores, el Rey Uther murió, y el pueblo de Inglaterra le pidió al gran mago Merlín que encontrase un sucesor.
Arturo era el legítimo rey de Inglaterra, pero Merlín aún tenía otros planes para el joven, por lo que, con el fin de que pasase un poco más de tiempo antes de proclamar al Rey, Merlín hundió una espada mágica en una roca y exclamó frente a los habitantes del reino:
– Esta es la magnífica y mágica espada Excalibur.
Aquel que logre sacarla de la roca, será coronado como el próximo Rey de Inglaterra.
Después, volvió junto a Arturo, del cual se hizo cargo, y le educó en el arte de la magia y la naturaleza con el fin de prepararlo para gobernar.
Así, pasaron los años y, mientras Arturo crecía más fuerte y sabio, fueron cientos los hombres que intentaron sacar la espada de la piedra, pero nadie lo consiguió nunca.
Poco a poco, con el paso del tiempo, la historia de la espada se fue olvidando, y los nobles y caballeros fueron dejando de visitar el lugar donde se encontraba, mientras la paz que el Rey Uther había logrado mantener iba desapareciendo.
Un día, Arturo acompañó a la ciudad a Alfonso, a un torneo de caballeros.
Todo estaba listo, pero llegado el momento de empezar la competición, el joven Arturo recordó que no había cogido la espada que le habían mandado traer para su hermano.
– ¡Dios mío, qué despiste!, Alfonso se va a enfadar muchísimo – exclamó Arturo en sus pensamientos.
Salió corriendo, vagando de un lugar a otro a toda prisa sin saber cómo salir del entuerto, hasta que llegó a un pequeño patio vacío, donde en el suelo yacía una enorme roca.
Fue entonces cuando Arturo vio un brillo plateado en la cima, y para su asombro, cuanto retiró el musgo que cubría aquel estaño objeto se dio cuenta de que ¡se trataba de una espada!
– Aquí está mi salvación, a Alfonso le encantará - pensó Arturo más tranquilo
Y aunque desde fuera parecía una espada muy pesada, Arturo la sacó de la piedra sin dificultad y volvió a toda prisa al torneo donde lo esperaban.
– ¡No empiecen aún el torneo!, aquí tengo la espada de mi hermano Alfonso – exclamó Arturo ante el asombro de todos y sin saber lo que estaba sucediendo.
Nadie podía creérselo. Al llegar, Arturo relató su hazaña sin saber la importancia que tenía. Él solo había encontrado una espada abandonada en un pequeño patio, sobre una roca….
Tanto Alfonso como su padre, y el resto del pueblo, sabían que esa espada era la indicada, pero decidieron comprobarlo y acompañaron a Arturo hasta la roca para verlo con sus propios ojos.
– ¿Lo veis? – dijo Arturo – aquí la encontré
El joven introdujo la espada tal y como la había encontrado y muchos de los allí presentes intentaron sacarla después, pero les fue imposible. Arturo se acercó a ella, y una vez más, la logró sacar sin mucho esfuerzo.
Ante la sorpresa de todos la levantó y en ese momento apareció el gran mago Merlín que, con una sonrisa de orgullo, proclamando sin ninguna duda al legítimo Rey de Inglaterra.
- Arturo, no te lo creerás, pero ha llegado el momento de contarte la verdad - dijo Merlín mirándole a los ojos - yo mismo introduje la espada mágica en la roca.
Sólo el verdadero rey de Inglaterra será capaz de sacarla, y ese hombre eres tú.
– ¡Arturo!, ¡Rey!, ¡Arturo! !, ¡Rey! – Gritaban todos.
Todos los habitantes del reino se alegraron mucho de la noticia, y el joven fue coronado Rey de Inglaterra y, para conseguir la paz por muchos años más.
Reunió a los mejores caballeros del reino, entre ellos Alfonso, alrededor de una gran mesa redonda para proteger y mantener la paz de su pueblo.
Arturo se casó con la princesa Ginebra y, con su ayuda y la de sus caballeros, consiguió mantener la felicidad del reino más de lo que su padre pudo lograr, pero siempre con su querido mago Merlín a su lado como consejero.
Y colorín, colorado, este cuento encantado se ha acabado
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