Había una vez una coneja que quería ser rica y dijo "si tuviera tantas zanahorias las compartiría con los necesitados, no sería egoísta y todavía tendría tiempo para Dios". Un día, mientras caminaba hacia la iglesia, vio una canasta con una carta y una zanahoria adentro que decía "toma una zanahoria y luego toma otra. Pero cuando hayas tenido suficiente, tira la canasta al estanque más cercano. Entonces puedes comer de las zanahorias, pero puedes compartir con otros en cualquier momento, pero recuerda hacer tiempo para Dios. Si no arrojas la canasta al estanque más cercano, no podrás disfrutar de las zanahorias, así que asegúrate de hacer lo que te dije. ." Al tomar la zanahoria que estaba en la canasta vio que aparecería otra. Así que decidió faltar a la iglesia ese día y dijo más tarde, después de que tenga suficientes zanahorias, haré tiempo para Dios. Mientras estaba ocupada en casa sacando zanahorias de la canasta, una pobre ardilla sin hogar llamó a la puerta. "Señorita Coneja , ¿me puede dar hoy una zanahoria? Tengo mucha hambre y usted siempre está allí como un amiga para ayudar a los que tienen hambre incluso a mí". no me yege compre ni una zanahoria para mi. Pero tal vez otro día vengas, ahora vete". Mientras cerraba la puerta y volvía a sacar más zanahorias, su conciencia la golpeó porque no hizo nada de lo que había prometido que haría. Pero el amor por más zanahorias era más fuerte que la conciencia que tenía. Así que ese día, sacando zanahorias de la canasta, ella misma no comió y el sueño se le fue de los ojos. Era egoísta y cruel. Ya había sacado más de un millón de zanahorias, pero aún quería más. Pero nuevamente su conciencia comenzó a molestarla esta vez más fuerte que antes y dijo: "Necesito tirar la canasta en el estanque, porque tengo suficiente y necesito hacer lo que dije". Entonces, yendo al estanque, tiró la canasta, pero parte de ella no quería soltarla y cayó al estanque con la canasta. Y entonces ella se estaba ahogando. El señor ardilla la vio de lejos y corrió y saltó al agua para salvarla y le dijo "suelta la canasta que yo solo puedo salvarte". Pero ella dijo: "Yo también necesito la canasta". En respuesta, dijo de nuevo "Solo puedo salvarte". Al escuchar esto, ella lo soltó. Y cuando estaba en tierra sana y salva, sintió alivio de que el egoísmo y la codicia ya no existían. Así que invitó al señor ardilla ya muchos otros a hacer un festín con todas las zanahorias que tenía, luego todos fueron a la iglesia como prometió que haría. Entonces, la moraleja de la historia es mantener tus promesas, recuerda no ser egoísta y haz tiempo para Dios cuando todas tus oraciones sean respondidas para que no sea una maldición en lugar de una bendición.

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