Dios nos aceptó, tal y como éramos. No hubo condicionantes, acerca de lo que debíamos hacer o dejar de hacer. No hubo pre-requisitos que llenar, para podernos hacernos merecedores de la gracia de Dios.

Ese es el modo de obrar de Dios, donde la gracia y misericordia son la nota dominante de la relación con El. De este mismo modo, Dios nos invita a construir una nueva sociedad, donde no existe segregación alguna. Sino que todos formamos parte de una misma comunidad en Cristo, que sirve de modelo a nuestra sociedad, para que ellos también puedan conocer los proyectos de Dios, para la comunidad y alaben al Señor, por su bondad

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