La mujer no debe ser una sirvienta callada o intimidada del género masculino. Lo que enseña la Biblia no devuelve a la mujer a la edad de piedra, ni la convierte en una que deba cubrirse, andar avergonzada o temerosa, tímida o cohibida y sin posibilidad de opinar.
Lo que Dios enseña de la mujer es que para que sea feliz, realmente felíz, es indispensable que siga y permanezca en el papel que Dios diseño para ella.
Hemos comprobado como Dios respalda su palabra cuando el rol se lleva a cabo, como bendice y como prospera.
En mi caso personal, cuando tomé el rol de ayuda idónea para mi esposo, Dios me respaldó y me respondió a través de la transformación de mi esposo.
Haz tu parte sin importar los resultados inmediatos, ten paciencia, obrar para Dios, obra con sabiduría, cree en la Palabra de Dios y Él hará el resto.

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