Quién lo diría. Parece ser que recortar inversiones y dejar de desarrollar infraestructuras en algún momento trae consecuencias. Estas consecuencias no implican precisamente austeridad ni equilibrio en las cuentas, sino que resultan en el deterioro de la calidad de vida y ponen en riesgo a la población. La incapacidad de gestión y la improvisación han dejado a una parte importante de los uruguayos no solo sin acceso a agua potable, sino también expuestos a un líquido cuyo consumo puede ser nocivo y peligroso. Por supuesto, la sequía es una situación incontrolable que escapa a su radio de acción, por más que recurran a sus creencias para revertirla. Pero el hecho de no haber actuado en tiempo y forma, de dilatar decisiones y de debilitar los instrumentos con los que podríamos haber afrontado esta crisis, es responsabilidad del gobierno y sus secuaces. Por eso al menos, deberían dar la cara y hacerse cargo. De este y otros temas es que se habló en el Contrapunto del pasado lunes, en el programa de Cris Richeri, "Hoy No es Un Día Cualquiera".

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