Creo que es importante, en el panorama del discurso público mexicano sobre la violencia, donde la propaganda, el malentendido y la difusión de la mentira muchas veces sustituyen a los datos duros o a la contextualización de los hechos, fijarnos en un caso, polémico, que ha ocupado a los medios nacionales la pasada semana. Se trata de la desaparición en San Luis Potosí del periodista de Edgar Daniel Esqueda Castro, el pasado 5 de octubre, cuyo cadáver apareció dos días después. El caso sería el número 11 de periodistas asesinados en lo que va de año, pero hay algo que lo enturbia aún más: La difusión de un vídeo en el que el periodista confiesa ante la cámara, durante un interrogatorio presuntamente grabado durante su secuestro y antes de su asesinato, trabajar para un grupo criminal.
Sin embargo, en contextos de violencia debemos recordar lo habitual de mensajes de este tipo para lanzar anzuelos a la población, extender terror o criminalizar sin pruebas.

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