«El viaje de P.» tiene un origen y un destino muy diferentes. Inicialmente tenía que ser una reflexión sobre lo que significa ser una persona culta. Parece que todos estamos de acuerdo en que alguien lo es si posee amplios conocimientos de Literatura, Artes Plásticas, Historia, Música, Cine, ya no tanto Política… Pero ¿que pasa con la Ciencia? ¿Se puede ser culto sin conocer, siquiera por encima, la Teoría de la Evolución, la Relatividad, la Mecánica Cuántica, la Tectónica de Placas lo mucho muchísimo que ha contribuido la Química al progreso humano (incluyendo sus aportaciones a la Literatura, las Artes Plásticas, la Historia, la Música o el Cine, incluso a la Política)
«El viaje de P.» pretendía ser una sátira sobre un personaje tenido por culto y que, infravalorando el conocimiento científico, se mete en un descenso sin retorno a los infiernos. La cosa se fue torciendo a medida que escribía el relato y lo que pretendía ser un relato amable acabó convertido en el enlace natural a «P. en la ciudad abrasada». Una distopía sin ambages. No te diré que espero que lo disfrutes. Pero sí que te haga pensar, que te haga desear escuchar el siguiente episodio. Y, por tanto  que vuelvas.

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