Escuchar "#CGTenAcción52 Introducción "Contra toda impunidad". Macarena Amores 07/10/20"
Síntesis del Episodio
Contra toda impunidad
Impunidad judicial, policial, política… contra toda impunidad “normalizada”. Quienes nos agreden, anulan o eliminan se salen con la suya demasiadas veces, en demasiados casos. Que nadie se confunda. Esta impunidad –en la que intentan instalarnos o pretenden acostumbrarnos-, lejos de cumplir con sus objetivos lo que hace es aumentar nuestra rabia y nuestro desprecio.
Ayer volvimos a constatar de qué lado está la justicia burguesa. La justicia que en teoría debería respaldarnos a todos y todas –por aquello de que nacemos en igualdad de condiciones-, pero que luego, en la práctica, solo es una herramienta más de ricos, poderosos y todo su séquito de guardianes a sueldo.
Por eso no habrá justicia para Pedro Álvarez, el joven catalán asesinado en 1992 de varios tiros en la cabeza por un agente del Cuerpo Nacional de Policía en una discusión de tráfico, en plena calle, en presencia de su novia a la que acompañaba hasta su casa. No habrá justicia para Pedro Álvarez ni descanso para sus padres, sus amigos y su familia, que luchan en estos últimos momentos para que la Fiscalía condene a su asesino.
El caso de Pedro no es, por desgracia, el único. Y nos tememos que tampoco será el último. Los recuerdos de muchos más nos llegan. Recordamos otras situaciones en las que la justicia negó precisamente “justicia”. ¿Cómo creer, pues, en este sistema que deja impune a asesinos y persigue y condena a las verdaderas víctimas?
Sabemos que estas circunstancias, los hechos como los que rodearon la muerte de Pedro Álvarez, no son puntuales o “raros”. Tenemos la certeza de que obedecen a una estrategia encaminada a perseguir la disidencia política, ideológica, social, económica, etc. Todo lo que significa combatir “lo dado”, “lo establecido” por unas élites, debe ser eliminado. Y una vez que es eliminado, condenado al olvido. Esta estrategia, que ya hemos denunciado muchas veces y no dejaremos de hacerlo, lo que pretende es desestabilizarnos emocionalmente, para que dejemos que nuestros momentos o segundos de duda (que los tenemos todos) vayan ocupándonos más tiempo y abandonemos nuestra cantinela, para que dejemos de sentirnos fuertes por llevar la razón aunque estemos desorganizados, aislados, solos.
Cuando sus leyes permiten que familias obreras sean desahuciadas, condenándolas a malvivir, normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes laborales producen miles de accidentes laborales y cientos de muertes de obreros cada año, normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes perpetúan situaciones de violencia contra personas migrantes, mujeres, jóvenes precarios, etc., normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes olvidan o dejan en la estacada a quienes realmente más lo necesitan, normalizan la impunidad.
Impunidad judicial, policial, política… contra toda impunidad “normalizada”. Quienes nos agreden, anulan o eliminan se salen con la suya demasiadas veces, en demasiados casos. Que nadie se confunda. Esta impunidad –en la que intentan instalarnos o pretenden acostumbrarnos-, lejos de cumplir con sus objetivos lo que hace es aumentar nuestra rabia y nuestro desprecio.
Ayer volvimos a constatar de qué lado está la justicia burguesa. La justicia que en teoría debería respaldarnos a todos y todas –por aquello de que nacemos en igualdad de condiciones-, pero que luego, en la práctica, solo es una herramienta más de ricos, poderosos y todo su séquito de guardianes a sueldo.
Por eso no habrá justicia para Pedro Álvarez, el joven catalán asesinado en 1992 de varios tiros en la cabeza por un agente del Cuerpo Nacional de Policía en una discusión de tráfico, en plena calle, en presencia de su novia a la que acompañaba hasta su casa. No habrá justicia para Pedro Álvarez ni descanso para sus padres, sus amigos y su familia, que luchan en estos últimos momentos para que la Fiscalía condene a su asesino.
El caso de Pedro no es, por desgracia, el único. Y nos tememos que tampoco será el último. Los recuerdos de muchos más nos llegan. Recordamos otras situaciones en las que la justicia negó precisamente “justicia”. ¿Cómo creer, pues, en este sistema que deja impune a asesinos y persigue y condena a las verdaderas víctimas?
Sabemos que estas circunstancias, los hechos como los que rodearon la muerte de Pedro Álvarez, no son puntuales o “raros”. Tenemos la certeza de que obedecen a una estrategia encaminada a perseguir la disidencia política, ideológica, social, económica, etc. Todo lo que significa combatir “lo dado”, “lo establecido” por unas élites, debe ser eliminado. Y una vez que es eliminado, condenado al olvido. Esta estrategia, que ya hemos denunciado muchas veces y no dejaremos de hacerlo, lo que pretende es desestabilizarnos emocionalmente, para que dejemos que nuestros momentos o segundos de duda (que los tenemos todos) vayan ocupándonos más tiempo y abandonemos nuestra cantinela, para que dejemos de sentirnos fuertes por llevar la razón aunque estemos desorganizados, aislados, solos.
Cuando sus leyes permiten que familias obreras sean desahuciadas, condenándolas a malvivir, normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes laborales producen miles de accidentes laborales y cientos de muertes de obreros cada año, normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes perpetúan situaciones de violencia contra personas migrantes, mujeres, jóvenes precarios, etc., normalizan la impunidad.
Cuando sus leyes olvidan o dejan en la estacada a quienes realmente más lo necesitan, normalizan la impunidad.
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