LO BORROMEO EN LA PRÁCTICA

23/01/2018 1h 28min
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Síntesis del Episodio

LO BORROMEO EN LA PRÁCTICA
Seminario de Formación Lacaniana

José Fernando Velásquez

Hay en Lacan un empuje a salir del sistema de la significación para dar cuenta del efecto de goce. Eso es lo que llamamos “lo real analítico”, allí donde la estructura no tiene como soporte el Nombre del Padre. A esa investigación se consagró Lacan y dio cuenta de sus resultados en textos como “la Alocución sobre las psicosis del niño”, los Seminarios XX y siguientes, en “El atolondradicho” y en particular en “Televisión”.

Desde ese momento Lacan lo cambia todo y nos dejó a todos sumidos inicialmente, en la perplejidad. Ahora con la ayuda de J-A. Miller y otros hemos podido acercarnos a una nueva clínica, una nueva manera de operar bajo transferencia, unas nuevas consecuencias para el acto analítico. Todo cambia a partir de que para el psicoanálisis “lacaniano” hay “otra presencia” diferente a la de “el falo”, (el polo significante de la constitución subjetiva), y es el polo real de la estructura subjetiva, la presencia “del sexo como tal….”[1]. La experiencia psicoanalítica es de ahora en adelante la experiencia de la existencia en lo real, de eso más propio que no está en lo Universal.

La dimensión real inaccesible se anuda también a lo imaginario, así como en su medida lo hace al significante y constituye así lo fantasmático. Lo real y lo imaginario escriben trazos de goce principalmente con “lo narciso” y “lo femenino” que hay en la estructura. Habrá que explorar y tener en cuenta en la cura, todo un cúmulo de elementos clínicos, que están caracterizados por la iteración, lo pulsional suelto y sin sentido, lo femenino y lo que hace excepción, la escritura que se produce en los acontecimientos de cuerpo, los significantes que sólidos como rocas, soportan la estructura sin remitir a ningún otro. Todos los elementos antes descritos son “unidades preidentitarias”[2] que soportan juntas las dimensiones.

La estructura no puede a partir de ahora contar con el dos, propio de lo simbólico, sino del tres. No basta con el sentido, con la cadena significante, con la lógica del deseo para dar cuenta de piezas estructurales fundamentales para el síntoma. Tres dimensiones son las que el ser hablante de goce habita. Esas tres dimensiones tienen una forma de anudamiento, de hacer consistencia, de hacer de eso un Uno de goce. También en ese anudamiento suceden impasses, y aparece la urgencia.

[1] Lacan, J. “Discurso de clausura….”. El Analiticón 3, Barcelona Ed. Correo Paradiso, 1987
[2] Miller, J-A. “El ultimísimo Lacan”. Buenos Aires, Paidós. 2013, p. 255