Incluso antes de que empezaran a restar los segundos que le queda a lo que sería en mis próximos días y noches motivo de mi felicidad, el anuncio de que te encontraras allí y descubra con los espejos de mi alma al país libre y soberano que contesto querer conocer y recorrer cada recóndito rincón de ese maravilloso lugar cuando me hacen la típica pregunta de que país alguna vez me gustaría visitar.

Guardo cada segundo que queda en algún lugar de mi mente, mente que no te calla, mente que se estremece, que me eriza la piel aunque no te tenga en frente, aunque mis manos ya se toquen como quien tuviese en frente un puñado de llaves en donde una sola es la que abre las rejas de su cárcel, ante la inminencia de que lo encuentren, a quien se le acaban los segundos para poder ser libre y entregarse a tu condena.

Así es, son 15 segundos lo que duraba el motivo de mi felicidad, el motivo de que se me paralizara el mundo y a la vez el motivo de que se me acelerase la vida, de querer correr hasta alcanzar aquella estrella fugaz, aquella que no logre de(tener) jamás.

Remítase a quien corresponda - Basilio Ruiz

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