Sin apenas poder dormir, ni cenar, esperando a que cualquier ruido en la noche correspondiera a la vuelta de Benina, Dª Paca y Frasquito pasaron la noche. Por la mañana quedaron rendidos en los sillones y solo a la hora de comer, los vecinos les llenaron los estómagos reuniendo sus sobras.
Cuando más tarde sonó el timbre y vieron aparecer a D. Romualdo, se asustaron pensando en alguna mala noticia sobre Benina. Al comunicarles que iban a recibir una herencia pasaron a la alegría y los agradecimientos, más aun cuando les animo a no preocuparse por la desaparecida, que pronto o tarde aparecería.
D. Romualdo les informa que la herencia por fallecimiento de un pariente les supondría una pensión vitalicia a cada uno de ellos. No obstante la tristeza por la desaparición de Nina, acabo con una mayor frustración de Dª Francisca, cuando el cura le dijo que la vio pidiendo limosna junto a un moro. No podía creer que su Benina pidiese limosna. Cuando D. Romualdo se retiro la confusión de Dª Paca fue en aumento hasta dudar del cura y la herencia llegando a pensar si habría sido un sueño. Frasquito terminó en desmayo.

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