Por: UYAY

La Gran Voluntad del Bosque deseaba velar por su armoniosa creación, deseaba poder intervenir directamente para salvar el bosque, pero no podía. Un castigo le había separado de su bosque, permitiéndole cómo única forma de presencia, una laguna dorada. Cuando se designó a siete guardianes para el cuidado del bosque, la Gran Voluntad del Bosque se ocupaba de observarlos día y noche, experimentaba cada una de sus vivencias y logró conocerlos a fondo. Se sentía agradecida por todo el esfuerzo que ellos ocupaban para mantener ese lugar tal como debía ser. Pero dentro del círculo de las grandes voluntades, se sabía que la eterna estabilidad no existía. Así que le habían anticipado a la Gran Voluntad del Bosque que todo cambiaría y esta se lo comunicó a los guardianes. Sin embargo, sólo podía hacerlo a manera de profecía. El día llegó y ahora descubrió que había una esperanza de recobrar el equilibrio del bosque en Tondar.

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