Escuchar "No Tomarte Nada Personal"
Síntesis del Episodio
Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Así comienza el segundo acuerdo: NO TE TOMES NADA PERSONAL, de uno de los libros de cabecera por excelencia del Dr. Miguel Ruiz “Los cuatro acuerdos”. Si no lo has leído o escuchado te recomiendo que lo hagas. ¡Hazte el regalazo de conocer la sabiduría que se encuentra en este maravilloso libro!. Si, por el contrario, ya lo leíste o escuchaste, quédate, porque de vez en cuando no está mal recordar algo tan sencillo pero, a veces, tan complicado de practicar. Un golpe certero al centro de tu ego
“Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella”
El segundo acuerdo, según la filosofía tolteca de Miguel Ruiz, se desprende del primero. Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te tomes nada personalmente. Lo que digan otros sobre ti tiene que ver con ellos, no contigo.
Si alguien en la calle que no conoces te dice: “Eh, eres un estúpido”, no se refiere a ti, sino a su visión personal del mundo. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizás te tortures preguntándote a ti mismo: “¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es evidente lo estúpido que soy?” . Te lanzan veneno emocional, te lo tomas y lo conviertes en tu propio veneno.
Si te tomas las cosas personalmente, estarás de acuerdo con cualquier cosa que te digan. Pensarás que tú inspiras o eres parcialmente responsable de cualquier insulto, gesto descortés o acto violento que te dirijan.
La verdad es que las palabras ofensivas, los malos modales o los golpes hablan más de quienes los emplean que de aquellos que los reciben. La mujer de un marido golpeador soporta la humillación mientras cree que ella es responsable de los ataques de ira de su compañero. Se toma las cosas personalmente, siente culpa y vergüenza de sí misma, y asume que merece el castigo.
Cuando se da cuenta que la situación se origina en la locura de su marido, y no en sí misma, es capaz de parar el maltrato. Puede defenderse, echar al agresor de la casa, o tomar sus cosas y marcharse.
El motivo de que nos tomemos las cosas personalmente es “la importancia personal“. Consideramos que todo gira a nuestro alrededor, y que somos responsables de todo lo que sucede. Sin embargo, “nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente. Los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros”, dice Miguel Ruiz.
“Si alguien te da su opinión y te dice: “Oye, estás muy gordo”, no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones… ( ) Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados”.
Incluso si recibes elogios, no te los tomes personalmente. “Si alguien te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti”, señala Ruiz. “Tú sabes que eres maravilloso. No necesitas que otras personas te lo digan para creerlo”. Y si solamente te puedes sentir maravilloso cuando otras personas lo digan, terminarás esclavizado de la aprobación ajena.
Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran:........ En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejó en los mismos labios de donde salen.”
“Respecto a la opinión ajena, para bien o para mal, mejor no depender de ella”
El segundo acuerdo, según la filosofía tolteca de Miguel Ruiz, se desprende del primero. Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te tomes nada personalmente. Lo que digan otros sobre ti tiene que ver con ellos, no contigo.
Si alguien en la calle que no conoces te dice: “Eh, eres un estúpido”, no se refiere a ti, sino a su visión personal del mundo. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizás te tortures preguntándote a ti mismo: “¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es evidente lo estúpido que soy?” . Te lanzan veneno emocional, te lo tomas y lo conviertes en tu propio veneno.
Si te tomas las cosas personalmente, estarás de acuerdo con cualquier cosa que te digan. Pensarás que tú inspiras o eres parcialmente responsable de cualquier insulto, gesto descortés o acto violento que te dirijan.
La verdad es que las palabras ofensivas, los malos modales o los golpes hablan más de quienes los emplean que de aquellos que los reciben. La mujer de un marido golpeador soporta la humillación mientras cree que ella es responsable de los ataques de ira de su compañero. Se toma las cosas personalmente, siente culpa y vergüenza de sí misma, y asume que merece el castigo.
Cuando se da cuenta que la situación se origina en la locura de su marido, y no en sí misma, es capaz de parar el maltrato. Puede defenderse, echar al agresor de la casa, o tomar sus cosas y marcharse.
El motivo de que nos tomemos las cosas personalmente es “la importancia personal“. Consideramos que todo gira a nuestro alrededor, y que somos responsables de todo lo que sucede. Sin embargo, “nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente. Los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros”, dice Miguel Ruiz.
“Si alguien te da su opinión y te dice: “Oye, estás muy gordo”, no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones… ( ) Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados”.
Incluso si recibes elogios, no te los tomes personalmente. “Si alguien te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti”, señala Ruiz. “Tú sabes que eres maravilloso. No necesitas que otras personas te lo digan para creerlo”. Y si solamente te puedes sentir maravilloso cuando otras personas lo digan, terminarás esclavizado de la aprobación ajena.
Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran:........ En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda respondió: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no recoger. Simplemente los dejó en los mismos labios de donde salen.”
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