INCENDIOS

De nuevo la mano del hombre cercena vidas
llevando la noche al infierno, al infierno los días.
Llora el lugareño por el hijo y el padre muertos,
lloran los paisanos por sus haciendas quemadas,
por el pasado, el presente y el futuro en llamas.
De nuevo esa mano infame calcinando vida,
lloran los pastos, los rebaños, los montes bajos,
lloran los sedimentos, las aguas negras del río,
lloran los peces presintiendo una larga agonía.
Llora el castaño, el alcornoque, el nogal y el fresno,
lloran los tilos, los hayedos, el robledal,
lloran los bosques autóctonos después de muertos.
De nuevo, la mano asesina trunca la vida,
llora a mares el cielo, nublado de cenizas.
llora el aire, que a su pesar, es aire que asfixia,

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