Son numerosas las personas consumidoras que recurren al uso de cosméticos para cuidar su piel, perfumarla, modificar su aspecto, protegerla, mantenerla en buen estado o corregir los olores corporales. Los cosméticos son sustancias o mezclas
destinadas a ser puestas en contacto con las partes superficiales del cuerpo humano, como la epidermis, el sistema piloso y capilar, las uñas, los labios y los órganos genitales externos.
También son considerados productos cosméticos aquellos que se emplean para limpiar los dientes y las mucosas bucales.
Los cosméticos son regulados por el reglamento europeo. Esta normativa establece que deben ser productos seguros en condiciones de utilización normales, o razonablemente previsibles. Los productos cosméticos que se introduzcan en el mercado deben ser elaborados conforme a los principios de buenas prácticas de fabricación. Además, tienen que respetar las normas sobre composición y etiquetado previstas, así como garantizar su trazabilidad en la cadena de suministro. Tanto las personas responsables como las personas que los distribuyan han de tener establecidas claramente sus obligaciones.

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